Ptialismo en pequeños animales
El ptialismo es el babeo de saliva. Esto puede deberse a hipersialosis (hipersecreción de saliva) o pseudoptialismo (p. ej., secundario a anomalías de conformación del labio inferior o trastornos de la deglución secundarios a dolor oral u orofaríngeo, cuerpo extraño esofágico, etc. en animales que producen una cantidad normal de saliva). Ambos se describen juntos como ptialismo.
El ptialismo puede deberse a lo siguiente:
Drogas, toxinas o venenos (por ejemplo, organofosforados).
Irritación o inflamación oral asociada a estomatitis, glositis (especialmente en gatos), cuerpos extraños orales/orofaríngeos/esofágicos, neoplasias, lesiones u otros defectos de la mucosa.
Enfermedades infecciosas (p. ej., rabia), la forma nerviosa del moquillo, u otros trastornos convulsivos.
Mareo por movimiento, miedo, nerviosismo o agitación.
Reticencia a tragar o interferencias en la deglución (por irritación del esófago, obstrucción esofágica por patología regional o por estimulación de los receptores gastrointestinales causada por gastritis o enteritis).
Lesiones sublinguales (p. ej., cuerpo extraño lineal, tumor).
Amigdalitis.
Administración de medicamentos (particularmente en gatos).
Defectos conformacionales (p. ej., labios inferiores gruesos y colgantes).
Trastornos metabólicos (p. ej., encefalopatía hepática, especialmente en gatos) o uremia.
Absceso u otra obstrucción o afección inflamatoria de la glándula salival.
La posibilidad de rabia debe descartarse antes de proceder al examen oral. Se debe determinar y tratar la causa subyacente, ya sea local o sistémica. Se puede desarrollar una dermatitis húmeda aguda de labios y cara, si la piel no se mantiene lo más seca posible. Puede ser útil la limpieza con una solución diluida de clorhexidina, peróxido de benzoilo u otras toallitas dermatológicas.
Mucocele salival (sialocele) en pequeños animales
El mucocele salival, o sialocele, es una acumulación de saliva en los tejidos submucosos o subcutáneos tras una lesión del conducto salival o de la cápsula/parénquima de la glándula. Es el trastorno más frecuente de las glándulas salivales de los perros.
Aunque cualquiera de las glándulas salivales puede verse afectada, las glándulas sublinguales y mandibulares son las más comúnmente implicadas (véase TC de mucocele salival).
La saliva suele acumularse en la zona intermandibular o cervical craneal (mucocele cervical). También puede acumularse en el tejido sublingual del piso de la cavidad oral (mucocele sublingual o ránula). Una localización menos frecuente es en la pared faríngea (mucocele faríngeo) o en el párpado inferior (mucocele cigomático).
La causa desencadenante puede ser traumatismo, obstrucción inflamatoria, rotura del conducto o de la cápsula (con daño del parénquima) de las glándulas salivales sublingual, mandibular, parótida o cigomática. Por lo general, no se determina la causa exacta.
Se ha sugerido una predilección racial en caniches, pastores alemanes, teckels y silky terriers (1).
Hallazgos clínicos
Los signos clínicos del mucocele salival dependen del lugar de acumulación de la saliva. En la fase aguda de acumulación de saliva, la respuesta inflamatoria provoca hinchazón y dolor. Frecuentemente, el propietario no se percata de esta etapa. El primer signo clínico observado puede ser una masa no dolorosa, de crecimiento lento y fluctuante, con frecuencia en la región cervical. El sialocele sublingual puede no observarse hasta que es más grande, está traumatizado y sangra. El mucocele faríngeo puede obstruir las vías respiratorias y dificultar la deglución normal. El mucocele cigomático puede provocar exoftalmía o enoftalmía, según su tamaño y localización.
Diagnóstico
Palpación
Sialografía y TC
El mucocele se detecta como una masa blanda, fluctuante e indolora que debe diferenciarse de otros quistes, abscesos y tumores. Si el mucocele se infecta puede haber dolor o fiebre.
El mucocele salival suele diagnosticarse por palpación y aspiración de saliva viscosa de color marrón claro o teñida de sangre. Una palpación cuidadosa, con el paciente en decúbito dorsal, puede ayudar a determinar el lado afectado.
La sialografía, con un equipo radiográfico estándar, puede proporcionar una identificación más definitiva de los tejidos afectados. Lo ideal sería realizar una TC (algoritmo de tejidos blandos con contraste) para determinar localización, origen y posible causa desencadenante del mucocele. Además, la TC puede proporcionar información para descartar otros diagnósticos diferenciales y ayudar a crear un plan de tratamiento adecuado.
Tratamiento
Resección quirúrgica
Drebaje periódico
El tratamiento de los mucoceles salivales incluye la resección quirúrgica de la glándula salival afectada y su conducto.
Debido a la íntima asociación entre la glándula salival mandibular y la parte monostomática de la glándula salival sublingual (comparten la misma cápsula), la resección de ambas se realiza independientemente del conducto del que se origine el mucocele. Durante la resección también debe incluirse la mayor parte posible de la porción polistomática (situada en la región sublingual caudal) de la glándula salival sublingual para evitar la recurrencia del mucocele.
Si la resección quirúrgica de las glándulas y conductos afectados no es una opción, el drenaje periódico del mucocele es una opción de tratamiento temporal, que tiene el potencial de introducir una infección yatrógena. La marsupialización puede ser eficaz si se crea un estoma permanente que permita que la saliva fluya hacia la boca. Por lo general, esto solo es una opción para los mucoceles sublinguales y faríngeos.
Fístula salivales en pequeños animales
Las fístulas salivales son poco frecuentes y pueden deberse a traumatismos de las glándulas salivales. Las heridas asociadas a la glándula parótida o las lesiones de su conducto son las más propensas a desarrollar una fístula. La lesión puede ser el resultado de una herida traumática (p. ej., una herida por mordedura), el drenaje de un absceso o una intervención quirúrgica previa en la zona con daño yatrógeno de la glándula o su conducto. El flujo constante de saliva impide la cicatrización y origina la fístula.
Son característicos los antecedentes de lesiones en la zona de la glándula o su conducto, la localización de la fístula y la naturaleza de la secreción. Una fístula salival debe diferenciarse de un conducto sinusal de drenaje (debido a un cuerpo extraño penetrante, endodoncia/enfermedad periapical, etc.) en el cuello y de los conductos sinusales de drenaje derivados de defectos congénitos.
La ligadura quirúrgica del conducto suele resolver el problema; sin embargo, puede ser necesaria la escisión del complejo glándula-conducto asociado para la resolución completa de los signos clínicos.
Tumores de glándulas salivales en pequeños animales
Los tumores de las glándulas salivales son poco comunes en perros y gatos, aunque los gatos se ven afectados con mayor frecuencia que los perros. La mayoría aparece en perros y gatos de edad avanzada (>10 años de edad). No existe una predilección clara por raza o sexo, aunque los caniches y los spaniels pueden estar predispuestos.
La mayoría de los tumores de las glándulas salivales son malignos; los más frecuentes son los adenocarcinomas y los carcinomas de células escamosas.
Son frecuentes la infiltración local y las metástasis en los ganglios linfáticos regionales y los pulmones. También es frecuente la recurrencia local tras la extirpación quirúrgica de un tumor de glándula salival con márgenes que se han extendido más allá de su cápsula y han empezado a infiltrar tejidos blandos o huesos adyacentes. El tratamiento con mejor pronóstico es la radioterapia.
Sialoadenitis en pequeños animales
La sialoadenitis, o inflamación de la glándula salival, puede deberse a un traumatismo por heridas penetrantes o a una infección sistémica que afecte también a la glándula salival o al tejido circundante. Los sialolitos pueden ser un factor contribuyente, con obstrucción ductal asociada e inflamación del parénquima.
Se ha descrito sialoadenitis como componente de la enfermedad sistémica en casos de rabia, moquillo y paramixovirus causantes de paperas en seres humanos.
La sialoadenitis suele aparecer en perros de mediana o avanzada edad.
Los signos clínicos pueden incluir fiebre, letargo y aumento del tamaño de los ganglios linfáticos regionales. Puede manifestarse como hinchazón dolorosa a lo largo del conducto auditivo vertical (glándula parotídea); caudal a la mandíbula (glándula mandibular o sublingual); o en la zona orbitaria/retrobulbar con exoftalmos, estrabismo divergente, epífora y reticencia a abrir la boca (glándula cigomática). Puede observarse material mucopurulento en la abertura del conducto.
La rotura de una glándula que presenta absceso da lugar a que el pus drene al tejido circundante o a la boca. La rotura a través de la piel puede causar la formación de una fístula salival.
Debe considerarse el diagnóstico por imagen avanzado (TC, IRM). Las radiografías y las pruebas de laboratorio no suelen ser útiles, aunque la aspiración con aguja fina y la evaluación citológica del material muestreado pueden conducir a un diagnóstico. El examen histológico del tejido de las glándulas salivales puede revelar cambios inflamatorios agudos o crónicos, o necrosis.
La sialoadenitis leve no necesita tratamiento y la recuperación suele ser rápida y completa. Se deben drenar los abscesos que se hayan desarrollado a través de la piel suprayacente o, si afectan a la glándula cigomática, caudal al último diente molar superior del lado afectado. Deben administrarse antimicrobianos sistémicos según los resultados del cultivo y el antibiograma. Los analgésicos pueden estar justificados si el paciente muestra signos de malestar.
La recurrencia o la falta de resolución pueden requerir la extirpación quirúrgica de la glándula afectada.
Sialadenosis y sialometaplasia necrotizante en perros
La sialadenosis y la sialometaplasia necrotizante (necrosis o infarto de la glándula salival) pueden producirse en perros de todas las edades; sin embargo, las razas pequeñas (p. ej., terriers), de edad adulta joven a mediana, parecen verse afectadas con mayor frecuencia. Aunque ambas afecciones tienen antecedentes, signos clínicos y respuestas al tratamiento con fenobarbital similares, se desconoce si la sialadenosis puede evolucionar a sialometaplasia necrotizante.
La sialadenosis es un agrandamiento no inflamatorio, no neoplásico y generalmente bilateral de las glándulas mandibulares u otras glándulas salivales. Dependiendo de la localización, la sialadenosis se asocia con hinchazón regional y exoftalmos, si las glándulas salivales cigomáticas están afectadas.
La sialadenosis es una afección aparentemente indolora. La agitación leve puede provocar arcadas y deglución de saliva varias veces al día. Los pacientes pueden presentar pérdida de peso, reticencia al ejercicio, resoplidos, chasquido de labios, secreción nasal, hipersalivación, inapetencia y apatía. No se observan anomalías evidentes en el examen histológico. La producción excesiva de saliva puede asociarse a un aumento de la actividad parasimpática o cambios en la inervación simpática.
La administración de fenobarbital (1-2 mg/kg, por vía oral, cada 12 horas) suele producir una mejoría duradera, lo que apoya una patogenia neurógena.
La sialometaplasia necrotizante es una lesión inflamatoria de las glándulas salivales caracterizada por metaplasia escamosa de los conductos y lobulillos, con necrosis isquémica de estos últimos. La glándula salival mandibular es la más afectada comúnmente; sin embargo, otras glándulas salivales también pueden mostrar indicios de enfermedad.
La sialometaplasia necrotizante es frecuente en perros de raza pequeña.
Los signos clínicos incluyen agrandamiento de las glándulas salivales que pueden ser dolorosas a la palpación, pérdida de peso, ptialismo, arcadas, arcadas, regurgitación y vómitos. Los perros afectados suelen estar apáticos, con náuseas, doloridos y anoréxicos. Otros signos clínicos incluyen deglución persistente, chasquido de labios, tos, taquipnea, disnea y respiración abdominal.
El diagnóstico definitivo se realiza mediante la evaluación histológica de la glándula salival afectada.
La extirpación quirúrgica de la glándula salival afectada produce una mejoría mínima o nula de los signos clínicos. El tratamiento del dolor, la administración de antimicrobianos (según los resultados del cultivo y el antibiograma del aspirado de líquido/tejido), AINE y dosis antiinflamatorias de glucocorticoides, así como el control de los parásitos internos, han dado lugar a respuestas favorables en algunos casos. La administración de fenobarbital (1-2 mg/kg, por vía oral, cada 12 horas, se recomienda monitorizar los parámetros hepáticos) ha dado lugar a una mejoría espectacular en varios casos, lo que apoya una patogenia neurógena.
Xerostomía en pequeños animales
La xerostomía es una afección de sequedad bucal, o falta de saliva, debida generalmente a una disminución de la producción y secreción de saliva (hipotialismo).
La xerostomía es poco común en perros y gatos, pero muy frecuente en pacientes humanos que han recibido radioterapia por tumores de cabeza y cuello, la cual ha provocado lesiones colaterales en las glándulas salivales. A medida que la radioterapia se hace más común en la medicina veterinaria, la xerostomía puede ser más frecuente en los animales.
La disminución de la secreción salival también puede deberse al uso de ciertos fármacos (p. ej., atropina), deshidratación extrema, pirexia o anestesia. La xerostomía está presente en algunos perros con queratoconjuntivitis seca y puede ser de origen inmunitario. Ocasionalmente, se debe a una enfermedad de las glándulas salivales.
La xerostomía puede causar molestias y dificultades considerables al comer y predisponer los dientes a enfermedades (p. ej., caries). Puede observarse hinchazón de las glándulas salivales mandibulares y de los ganglios linfáticos.
El diagnóstico por imagen, incluida la ecografía de las glándulas salivales agrandadas, puede demostrar la existencia de una estructura glandular anormal, como se observa en los seres humanos. Además, la evaluación histológica de las glándulas afectadas también puede aportar información que ayude a diagnosticar la afección. Es primordial determinar la causa subyacente.
El tratamiento depende de la causa subyacente. Los enjuagues bucales, fisiológicamente equilibrados, alivian las molestias derivadas de la xerostomía. Se deben administrar líquidos si el paciente está deshidratado. Si se sospecha una enfermedad de origen inmunitario, está indicado un tratamiento inmunodepresor (p. ej., prednisolona, azatioprina).
Conceptos clave
Los mucoceles salivales (sialoceles) son el trastorno salival más común en los perros. Se ha sugerido una predilección por las razas caniche, pastor alemán, teckel y silky terrier.
Los tumores de las glándulas salivales son relativamente poco comunes. La infiltración local y la recurrencia tras la cirugía son frecuentes.
Los pacientes con sialoadenitis pueden presentar signos clínicos de fiebre, apatía, dolor e hinchazón de los ganglios linfáticos regionales. Esta afección puede ser autolimitante, necesitar la administración de antimicrobianos o analgésicos, o requerir la extirpación quirúrgica de la glándula afectada.
La sialadenosis es un agrandamiento no doloroso, no inflamatorio y no neoplásico de las glándulas salivales (frecuentemente mandibulares). Esta afección suele responder al fenobarbital.
Para más información
Lieske DE, Rissi DR. A retrospective del estudio of glándula salival enfermedades in 179 dogs (2010-2018). J Vet Diagn Invest. 2020;32(4):604-610.
Mukaratirwa S, Petterino C, Bradley A. Spontaneous necrotizing sialometaplasia of the submandibular salivary gland in a Beagle dog. J Toxicol Pathol. 2015;28(3):177-180. Erratum in: J Toxicol Pathol. 2016;29(1):74.
Alcoverro E, Tabar MD, Lloret A, Roura X, Pastor J, Planellas M. Phenobarbital-responsive sialadenosis in dogs: case series. Top Companion Anim Med. 2014;29(4):109-112.
Nabeta R, Kambe N, Nakagawa Y, et al. Sjögren's-like syndrome in a dog. J Vet Med Sci. 2019;81(6):886-889.
Consulte también el contenido para propietarios de mascotas sobre trastornos de la boca en los perros.
Referencias
American College of Veterinary Surgeons. Salivary mucocele.