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Anomalías del desarrollo de la boca y la dentición en pequeños animales

PorBrenda L. Mulherin, DVM, DAVDC, College of Veterinary Medicine, Iowa State University
Revisado/Modificado Modificado feb 2024
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El correcto crecimiento y desarrollo de la cavidad oral depende de una serie de acontecimientos que deben producirse con normalidad y en la secuencia adecuada. Las anomalías genéticas o los traumatismos que afectan tanto al desarrollo de los tejidos como al momento en el que sucede pueden causar anomalías.

Los defectos que disminuyen la comodidad, la salud o la funcionalidad requieren tratamiento; los que solo producen un problema estético, no. Los problemas comunes del desarrollo incluyen dientes deciduos persistentes, dientes no erupcionados, dientes malformados, disoclusión y mandíbulas malformadas.

Dientes deciduos persistentes en pequeños animales

Los dientes deciduos de los gatitos y cachorros están diseñados para una boca pequeña (menor número y más pequeños) y un periodo temporal. Los traumatismos dentales durante este periodo en el que usan la boca mucho se suelen compensar cuando los dientes deciduos dañados se caen y salen los permanentes. Los dientes permanentes son más grandes y numerosos, y aparecen a medida que las mandíbulas se alargan para acomodarlos (véase la imagen de dientes deciduos).

La exfoliación de los dientes deciduos es un proceso complejo, parte del cual implica la presión ejercida por la corona del diente permanente subyacente contra la raíz del diente de leche. Si el diente permanente no erupciona en la posición correcta, el diente deciduo puede quedarse fijado en su posición.

Un diente deciduo también puede permanecer dentro de la cavidad oral si no hay un diente permanente sucesor (hipodontia). Además, una yema dental permanente, genéticamente mal posicionada, o un desplazamiento traumático de la yema dental puede llevar a la presencia de un diente deciduo persistente.

La persistencia de un diente temporal en áreas de amplio espacio entre dientes puede no causar problemas clínicos. Sin embargo, si el diente temporal causa apiñamiento con el permanente (a menudo, es el caso de los caninos en perros), el área estará predispuesta a la periodontitis.

Además, el diente permanente desplazado puede dar lugar a una oclusión traumática que requiere tratamiento. El momento de la exfoliación de los dientes temporales y el reemplazo de los dientes permanentes está determinado genéticamente. En casos raros, un traumatismo durante el desarrollo del diente puede causar el desplazamiento de una yema dental que afecta a la caída.

Es más común que haya presentes al mismo tiempo dos dientes caninos (uno deciduo y uno permanente).

El canino maxilar permanente erupciona mesial (rostral) al temporal, dando la apariencia de un canino más ancho y romo rostral a uno más angosto con una cúspide más afilada. El canino mandibular permanente erupciona en dirección lingual (medial) al temporal, dando la apariencia de un canino más ancho y romo hacia la lengua, al lado de uno más angosto con una cúspide más afilada posicionada hacia el labio.

En el área premolar es habitual ver un diente deciduo en un área sin un diente permanente simultáneo. Si un premolar es más pequeño de lo normal, se debe radiografiar para evaluar su anatomía y la estructura de la raíz para determinar si se trata de un diente temporal.

Un diente temporal se debe extraer cuando permanece en la cavidad bucal tras la erupción del diente permanente sucesor. Esto es para estimular que el diente permanente erupcione en una posición más apropiada.

Los dientes temporales persistentes, que no tienen un reemplazo dental permanente, pueden dejarse dentro de la cavidad bucal si no hay evidencia clínica o radiográfica de enfermedad y si no causan apiñamiento en los dientes circundantes. Sin embargo, si no hay evidencia de erupción desde un diente permanente, se deben tomar radiografías para verificar que no haya dientes permanentes incrustados o impactados en el sitio del diente temporal, que las raíces no estén siendo reabsorbidas, y que no se estén desarrollando quistes.

Dado que la mayoría de los dientes deciduos persistentes son genéticos, las mascotas con este problema no deben reproducirse a menos que se sepa que la afección ha sido causada por un traumatismo.

Dientes no erupcionados en pequeños animales

La erupción dental está programada genéticamente. Algunas razas, particularmente las razas pequeñas (p. ej., bichón maltés), están predispuestas a tener una erupción tardía o incompleta. Algunas razas braquicéfalas están predispuestas a una mala posición de los primeros premolares que permanecen sin erupcionar debido a su posición anormal.

Un traumatismo también puede mover la yema de un diente a una posición en la que no puede salir debido al impacto contra otra estructura.

En algunas razas (especialmente los terriers), la ausencia de premolares se considera una variación de lo normal. Pero en todos los animales, un área sin diente en donde debería haber uno es una indicación para realizar una radiografía.

Los dientes sin erupcionar (retenidos) deben poder identificarse fácilmente mediante radiografía. Cualquier área en la que debería haber un diente presente justifica clínicamente la realización de imágenes radiográficas para verificar si hay un diente no erupcionado, lo que con frecuencia resulta en la necesidad de intervención y tratamiento.

Varios términos pueden asociarse con un diente que no está clínicamente presente:

  • Incrustado: se refiere a un diente que no ha salido cubierto de hueso. En este caso, se piensa que la erupción del diente se vio comprometida por una falta de fuerza eruptiva.

  • Impactado: se refiere a un diente no erupcionado o parcialmente erupcionado, cuya erupción está impedida por una barrera física, como otro diente, hueso o tejido blando.

Si bien puede ser difícil determinar la verdadera causa de la falta de erupción, el concepto más importante que hay que comprender es que las áreas sin dientes necesitan imágenes radiográficas para identificar si es necesaria una intervención o tratamiento.

Los dientes que no han erupcionado de forma completa y tienen una cubierta gingival persistente se pueden tratar con operculectomía (una forma de gingivectomía) para esculpir el tejido hasta lograr una estructura normal alrededor de la corona del diente. Los dientes individuales que no han brotado completamente después de la madurez pueden permanecer inactivos y solo requieren un seguimiento radiográfico. Alternativamente, también pueden formar quistes dentales que pueden destruir grandes áreas de los maxilares (véase la radiografía de un premolar sin erupcionar).

Los primeros premolares mandibulares están significativamente predispuestos a la formación de quistes, especialmente en las razas braquicéfalas. Por esa razón, cualquier primer premolar mandibular que falte debe radiografiarse. Si se identifican dientes no erupcionados, lo ideal es extraerlos o, como mínimo, controlarlos de cerca con radiografías intraorales anuales.

Si bien cualquier diente dentro de la boca puede encontrarse sin erupcionar, los primeros premolares mandibulares y los caninos son los que con mayor frecuencia se observan clínicamente ausentes y radiográficamente presentes.

El tratamiento aceptado y la mejor práctica es la extracción de cualquier diente que no haya erupcionado. La extracción quirúrgica de caninos mandibulares, profundamente no erupcionados, puede ser un desafío; por ende, puede estar justificada la derivación a un cirujano oral.

El monitoreo radiográfico conservador solo debe considerarse si el paciente es un paciente maduro o mayor, sin evidencia radiográfica o clínica de formación de quistes, si tiene enfermedades concomitantes que pueden afectar la estabilidad anestésica y si los propietarios están comprometidos a traerlo nuevamente para un monitoreo radiográfico anual.

Los animales con dientes no erupcionados no deben criarse a menos que se sepa que el problema hubiera sido causado por un traumatismo.

Dientes malformados en pequeños animales

Cualquier interrupción durante la formación puede originar una malformación dental. La lesión puede ser traumática, metabólica, infecciosa o, raramente, genética.

Si se altera la epiteliogénesis (p. ej., por parvovirus, virus del moquillo o fiebre alta) que ocurre durante la amelogénesis, puede producirse hipoplasia o hipomineralización del esmalte. La evaluación histológica usualmente es necesaria para distinguir entre estos dos diagnósticos.

Las anomalías del esmalte pueden ser regionales, con líneas circunferenciales en las que falta esmalte (superficie rugosa con tinción) o generalizadas con pérdida completa del mismo. Las alteraciones de la formación de dentina pueden causar raíces deformadas o ausentes.

La hipoplasia o hipomineralización del esmalte se trata con un sellador de dentina precoz para evitar la entrada de bacterias a la pulpa (véase la imagen de hipoplasia). Las placas de resina compuesta también pueden proteger la dentina más blanda de la abrasión y proporcionar una superficie lisa donde sea más difícil que se forme la placa, aunque finalmente se desgastarán o astillarán.

La disgenesia radicular puede presentarse con coronas de aspecto relativamente normal que son móviles. La falta de raíces se identifica fácilmente en las radiografías.

La disgenesia de la raíz tiene un mal pronóstico a largo plazo. Los dientes pueden mantenerse durante años con un cuidado oral estricto y evitando cualquier traumatismo dental o uso excesivo. Los dientes anómalos individuales deben evaluarse en busca de enfermedad asociada; muchos no causan problemas y no requieren tratamiento.

Una anomalía dental individual interesante, que parece ser genética, son las raíces convergentes del primer molar mandibular. Esta anomalía afecta con menos frecuencia a otros dientes.

Clínicamente, la corona puede parecer normal o puede tener un pequeño surco de desarrollo en la superficie bucal, que se extiende desde el margen gingival.

En una radiografía, las raíces convergen apicalmente en lugar de tener su posición divergente normal. La corona puede parecer demasiado grande en relación con el tamaño de las raíces. La convergencia hace que el suelo de la cavidad pulpar se arquee dorsalmente hacia la cavidad pulpar principal, dándole el aspecto radiográfico de un "diente invaginado".

Con frecuencia, estos dientes tienen una comunicación desde el ligamento periodontal hasta la cavidad pulpar en el área de la furcación, dando lugar a una tasa muy alta de enfermedad endodóncica.

Se observan otras anomalías individuales de los dientes, como dientes supernumerarios, gemelos y fusión de dientes, raíces supernumerarias y dientes en "clavija" (dientes cilíndricos cortos).

Los dientes supernumerarios son un número excesivo de dientes presentes en la cavidad oral. Es posible que no sea necesario el tratamiento si hay suficiente espacio dentro de la cavidad bucal y todos los dientes están periodontal y endodónticamente sanos.

Las raíces supernumerarias son raíces en exceso presentes por encima del número esperado de raíces asociadas con un diente específico (ver radiografía de raíz supernumeraria). De nuevo, el tratamiento puede no ser necesario si el diente y todas las raíces asociadas están periodontal y endodóncicamente sanos.

Puede ser difícil identificar si un diente tiene raíces adicionales mediante la observación clínica. Con frecuencia, es necesario realizar diagnóstico por imágenes para confirmarlo. Ocasionalmente, habrá una cúspide adicional, asociada con la corona de un diente, para indicar que puede haber raíces adicionales asociadas con un diente específico.

Disoclusión y mandíbulas malformadas en pequeños animales

La disoclusión es casi siempre genética; sin embargo, los traumatismos durante el desarrollo pueden interferir en el crecimiento normal.

La longitud maxilar es más fácil de manipular, a través de la reproducción selectiva, que la longitud mandibular. Como resultado, la preferencia por caras y hocicos más largos selecciona la distoclusión mandibular o la disoclusión de clase 2 (es decir, la sobremordida, cuando la mandíbula inferior parece más corta que la mandíbula superior). Por el contrario, la selección de una cabeza "más compacta" o una nariz más corta da lugar a una mesioclusión mandibular o una disoclusión de clase 3 (es decir, submordida, en la que la mandíbula inferior parece más larga que la superior).

Los maxilares superior e inferior se desarrollan a ritmos diferentes, por lo que el momento de la erupción del diente es crítico. Si las mandíbulas tienen una relación anormal entre ellas en el momento en que los dientes permanentes ganan suficiente altura para ocluir, la dentición se bloquea en la posición anormal. Si esto ocurre unilateralmente, la mandíbula se alarga en un lado mientras que se detiene en el otro, resultando en un desajuste de las líneas medias de los incisivos centrales (es decir, disoclusión esquelética asimétrica, como la mordida torcida, o disoclusión de clase 4).

La discrepancia maxilar-mandibular más común es una maloclusión esquelética simétrica horizontal, que da lugar a mesioclusión mandibular (maloclusión de clase 3) o distoclusión mandibular (maloclusión de clase 2). Este último problema a menudo causa una oclusión traumática cuando los dientes caninos mandibulares impactan contra el paladar duro más rostral. La linguoversión de los caninos mandibulares a menudo acompaña a este problema, ya que pueden dirigirse hacia el paladar, a medida que erupcionan a lo largo de la superficie palatina de los caninos maxilares.

La malposición individual de los dientes (maloclusión dental o maloclusión de clase 1) también puede ser genética, como la mesioversión de los dientes caninos (es decir, "proyección de lanza") en los teckel y los pastores de Shetland.

En el periodo de dentición de los dientes temporales, se puede realizar ortodoncia interceptiva, extrayendo selectivamente los dientes mal posicionados. Si existe un bloqueo dental, donde los dientes maxilares y mandibulares tienen dificultad para separarse uno de otro, la extracción de los dientes bloqueados puede permitir que las mandíbulas crezcan hasta su genética potencial de manera independiente.

Una disoclusión de clase 2 o la distoclusión mandibular de dientes temporales puede tratarse mediante la extracción de los dientes caninos mandibulares temporales y los dientes incisivos potenciales. Esto no solo alivia el enclavamiento dental, sino que también estimula la erupción de los dientes caninos mandibulares permanentes en un ángulo más labial (normalmente erupcionan en el lado lingual de los caninos deciduos) para ayudar a corregir la disoclusión.

Asimismo, una disoclusión de clase 3 o la mordida cruzada rostral de los dientes temporales puede tratarse mediante la extracción de los dientes maxilares incisivos. Esto alivia el bloqueo y estimula la erupción de los incisivos permanentes en un ángulo más labial (normalmente erupcionan en el lado palatino de los incisivos temporales) para ayudar a corregir la disoclusión.

Siempre que se extraigan dientes temporales, se debe evitar el contacto con el diente en desarrollo, para no dañar los órganos del esmalte o el esmalte en desarrollo. Los daños en los dientes en desarrollo que no han erupcionado pueden provocar manchas marrones en las coronas de los dientes permanentes, debido a áreas focales de pérdida de esmalte o defectos del esmalte.

Para ayudar a evitar traumatismos en los dientes en desarrollo, los instrumentos quirúrgicos utilizados para elevar el diente desde el alvéolo no deben insertarse en los aspectos linguales de los incisivos temporales o caninos. Incluso con la técnica adecuada, puede dañarse el esmalte, ya que su epitelio puede afectarse a medida que se extrae el diente temporal del alvéolo.

Una disoclusión de clase 3 o mesioclusión mandibular en la dentición permanente se considera normal para muchas razas braquicéfalas y no requiere tratamiento a menos que dé lugar a una oclusión traumática. Si los caninos mandibulares impactan contra la cara palatina del tercer o segundo incisivo superior, la extracción de los incisivos maxilares en contacto creará un amplio diastema en el que los caninos pueden encajar de manera atraumética, lo que resuelve el problema.

La mordida cruzada rostral (es decir, los incisivos superiores colocados lingualmente a los incisivos mandibulares) rara vez causa molestias o una oclusión traumática. Por el contrario, la distoclusión mandibular o maloclusión de clase 2, a menudo, requiere una intervención ortodóncica o quirúrgica.

Los caninos afectados, que provocan una oclusión traumática, se pueden mover mediante ortodoncia por un dentista veterinario a una posición no traumática (no siempre normal) que sea cómoda y funcional para el paciente.

Pueden ser necesarios múltiples eventos anestésicos para mover el diente a una posición atraumática. Como mínimo, son necesarios dos eventos anestésicos: uno para colocar el aparato o dispositivo de ortodoncia y otro para retirar el aparato.

Opcionalmente, el diente mal posicionado puede acortarse con una reducción de corona y la pulpa tratada con terapia endodóncica (revitalización pulpar). El objetivo de esta técnica es permitir al paciente mantener el diente a una altura mucho más corta, pero aún así conservar parte de su forma y funcionalidad. Además, esta técnica es mucho menos invasiva que la extracción del diente afectado (ver imágenes de revitalización pulpar).

Esta técnica también se realiza por un odontólogo veterinario. El procedimiento requiere una técnica estéril para evitar introducir infección en la pulpa, y la colocación de un medicamento para estimular la deposición de dentina para mantener el diente vivo. Se requieren radiografías de seguimiento continuas, a lo largo de la vida del paciente, para controlar la necesidad de un tratamiento endodóncico definitivo.

La extracción del diente que causa la oclusión traumática también es una opción de tratamiento viable. La extracción de un diente malposicionado es el procedimiento más invasivo; sin embargo, con frecuencia es el tratamiento menos costoso y requiere menos seguimiento.

El examen del paciente 10-14 días después de la operación para evaluar la curación de los tejidos blandos es, con frecuencia, todo lo que se necesita para evaluar el éxito del tratamiento. Dependiendo del nivel de habilidad y comodidad, este procedimiento puede ser realizado por veterinarios generalistas.

Debido a la sospecha de que la mayoría de las disoclusiones tienen un componente genético, solo se deben utilizar para la cría animales con una oclusión normal y atraumática. A menos que el paciente tenga antecedentes de un evento traumático que pueda haber causado la erupción anormal de un diente o una malformación de la mandíbula, se debe considerar el asesoramiento genético y se debe desalentar la reproducción del paciente.

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