El género Actinobacillus incluye cocobacilos gramnegativos que ocasionalmente causan enfermedades. Aunque hay más de 22 especies bacterianas diferentes en este género, solo cinco (A. pleuropneumoniae, A. suis, A. equuli, A. lignieresii y A. seminis) se asocian regularmente a enfermedades en animales.
Cortesía del Dr. Sameeh M. Abutarbush.
A. pleuropneumoniae (anteriormente Haemophilus pleuropneumoniae, H. parahaemolyticus) causa pleuroneumonía contagiosa en los cerdos. La enfermedad varia desde una pleuroneumonía fibrinosa aguda y grave hasta una infección subaguda o crónica con pleuritis y abscesos pulmonares. Los inmunocomplejos formados como resultado de la respuesta del hospedador pueden dañar las células endoteliales, lo que da como resultado vasculitis y trombosis con edema, necrosis, infarto y hemorragia. La infección se suele limitar a cerdos de <5 meses. A. pleuropneumoniae puede formar parte de la microbiota normal en la mucosa de los cerdos, del ganado vacuno y de las ovejas.
A. suis forma parte de la microbiota habitual de la cavidad oral de los cerdos. Causa septicemia en cerdos jóvenes, y artritis, neumonía y pericarditis en cerdos adultos. También puede provocar septicemia, artritis, neumonía y nefritis purulenta neonatal y posnatal en potros. La enfermedad se produce a partir de una pérdida de integridad de la mucosa oral o puede estar asociada con estados de inmunosupresión. El microorganismo es característicamente sensible a las sulfamidas y a las cefalosporinas.
El hospedador natural de A. equuli es el caballo, y las infecciones se observan tanto en potros como en caballos. La enfermedad en los potros puede manifestarse como diarrea, seguida de meningitis, neumonía, nefritis purulenta o poliartritis séptica (enfermedad del potro somnoliento o enfermedad articular). La infección puede adquirirse a través del cordón umbilical contaminado, o por inhalación o ingestión. La incidencia de infección en el potro se reduce con una mayor atención al estado sanitario en el entorno del parto, y los anticuerpos maternos en el calostro son a menudo protectores. La infección por A. equuli en caballos adultos puede producir aborto, septicemia, nefritis, peritonitis y endocarditis.
Cortesía del Dr. Sameeh M. Abutarbush.
A. arthritidis es una especie recientemente descrita, previamente clasificada como taxón de Bisgaard 9, que se ha aislado de caballos con artritis y septicemia.
Cortesía del Dr. Geof Smith.
A. lignieresii causa abscesos tumorales en la lengua. A esta enfermedad se le llama a menudo lengua de madera. Se ha observado principalmente en el ganado vacuno, pero también en ovejas, caballos, cerdos y perros. Es una causa de enfermedad poco habitual en los pollos.
El microorganismo puede causar asimismo lesiones piogranulomatosas en tejidos blandos de la cabeza, cuello, extremidades y, ocasionalmente, en los pulmones, la pleura, las ubres y el tejido subcutáneo. El microorganismo forma parte de la microbiota normal de la mucosa del tracto gastrointestinal superior y provoca la enfermedad cuando logra acceder a los tejidos blandos adyacentes a través de heridas penetrantes. Causa infecciones localizadas y se puede propagar a otros tejidos a través de la vía linfática.
La lesión principal asociada con la infección por A. lignieresii en el ganado es una lengua muy dura y con una inflamación difusa. Esto provoca salivación excesiva, incapacidad para aprehender los alimentos de manera normal y, en algunos casos, una lengua visiblemente agrandada que sobresale de la boca. A la palpación, la lengua se sentirá muy dura y dolorosa. Esta forma de actinobacilosis se encuentra en todo el mundo, pero es esporádica y, por lo tanto, difícil de prevenir. Los brotes en la explotación son posibles y suelen estar asociados al consumo de alimentos rugosos y abrasivos que favorecen la formación de lesiones en la boca.
Cortesía del Dr. John Prescott.
A. seminis es una causa ocasional de poliartritis en corderos jóvenes y epididimitis en carneros adultos. A. ureae ha causado infecciones del tracto respiratorio superior en humanos y abortos en cerdos. Además, A. actinoides se ha asociado ocasionalmente con neumonía supurativa en terneros y vesiculitis seminal en toros.
Diagnóstico de la actinobacillosis
Confirmado por cultivo, PCR o ELISA
El diagnóstico de A. pleuropneumoniae en cerdos se obtiene por cultivo del microorganismo a partir de hisopos nasales o tejido pulmonar en la necropsia. Se han desarrollado técnicas moleculares, como PCR y ELISA, que también detectan la presencia del organismo en muestras de tejido. Tanto en potros como en caballos adultos, existen varias bacterias que pueden causar los mismos síndromes clínicos que A. equuli, por lo que es importante un diagnóstico definitivo, el cual requiere el aislamiento de la bacteria en cultivo.
En el ganado vacuno, el diagnóstico de lengua de madera requiere cultivo y biopsia de la lesión. El pus de los abscesos, aplastado entre dos portaobjetos de vidrio, puede mostrar espículas de fosfato de calcio en forma de maza, lo que le da la apariencia de gránulos de azufre de <1 mm de diámetro. No existen pruebas serológicas confiables para la actinobacilosis, y los hallazgos hematológicos y de química clínica suelen ser normales. La patología macroscópica generalmente revela una lengua firme y pálida con nódulos multifocales, los cuales suelen estar llenos de pus espeso de color blanco amarillento. Histológicamente, la lesión principal es un absceso granulomatoso.
Tratamiento de la actinobacilosis
Antibióticos en cerdos y caballos; yoduro de sodio en rumiantes
El tratamiento de la enfermedad respiratoria en los cerdos implica el uso de antibióticos como la penicilina, la tetraciclina, la espectinomicina, las cefalosporinas o las fluoroquinolonas. En los caballos, las infecciones por A. equuli pueden tratarse con cloranfenicol, gentamicina o cefalosporinas de tercera generación, según la naturaleza de la infección y la capacidad para alcanzar concentraciones terapéuticas en el lugar de la infección. Los antibióticos betalactámicos y las sulfamidas se han recomendado en el pasado, pero recientemente se ha descrito una resistencia generalizada a ambos antibióticos.
El yoduro de sodio es el tratamiento de elección para la actinobacilosis en rumiantes. Se administra yoduro de sodio intravenoso (70 mg/kg de una solución al 10 %-20 %) una vez, y luego se repite 1 o 2 veces en intervalos de 7 a 10 días. Si aparecen signos clínicos de toxicidad por yodo (como caspa, diarrea, anorexia, tos y lagrimeo excesivo), se debe suspender la administración de yodo. La mejoría clínica suele observarse dentro de las 48 horas posteriores al inicio del tratamiento, y el pronóstico es generalmente favorable cuando la lesión se limita a la lengua. Los agentes antibacterianos sistémicos, como ceftiofur, penicilina, ampicilina, florfenicol y tetraciclinas, pueden ser eficaces y están recomendados principalmente en casos graves de actinobacilosis o cuando la enfermedad no responde al tratamiento con yoduro de sodio. La reducción quirúrgica de las lesiones puede ser útil, especialmente si interfieren en el flujo de aire. Esto es particularmente recomendable cuando hay masas granulomatosas grandes que no responden al tratamiento médico.
Prevención de la actinobacilosis
El control de A. pleuropneumoniae en cerdos se centra en una buena gestión combinada con el uso de vacunas, o en la erradicación de la infección del hato mediante vaciado sanitario. En rumiantes, la lengua de madera se previene principalmente al evitar el forraje áspero y fibroso, así como los pastizales con espigas duras y penetrantes (por ejemplo, colas de zorro o cardos).
Conceptos clave
Las especies de Actinobacillus causan tres enfermedades principales en los animales. A. pleuropneumoniae puede provocar una enfermedad respiratoria grave en los cerdos que a menudo da lugar a una mortalidad elevada.
A. equuli puede producir septicemia y neumonía en potros y en caballos adultos.
A. lignieresii es una causa de "lengua de madera" en los rumiantes, es decir, abscesos en la lengua que dificultan la capacidad del animal para comer.
El tratamiento suele ser con antibióticos en cerdos y caballos, y con yoduro de sodio en rumiantes.
Para más información
Consulte también la información para propietarios sobre la actinobacilosis en perros y la actinobacilosis en caballos.