Si el manejo del rebaño pudiera reducirse hasta un principio primario, este sería la nutrición. Las ovejas que reciben una alimentación adecuada crecen mejor, producen más crías y sufren menos problemas sanitarios, incluidos los parásitos internos. La alimentación suele ser el mayor gasto para cualquier productor, especialmente para los lotes que están confinados durante parte del año, por lo que las decisiones relacionadas con la nutrición tienen importantes repercusiones económicas. En los países con recursos limitados, la falta de una nutrición adecuada es una dificultad de manejo frecuente. En los países ricos en recursos naturales, la sobrealimentación contribuye con mayor frecuencia a las enfermedades y a la pérdida de producción.
La nutrición depende, en gran medida, de las condiciones locales. Por lo tanto, los detalles de cualquier plan de alimentación deben adaptarse al entorno inmediato del rebaño. En general, todas las ovejas han de tener acceso diario a agua, forraje de buena calidad y suplementos de vitaminas y minerales.
El agua es un nutriente fundamental, pero a menudo se pasa por alto. Se puede esperar que una oveja de 50 kg consuma de 7,5 a 15 litros de agua por día, en condiciones de mantenimiento. La ingesta fluctúa con los cambios en el entorno (p. ej., calor y frío), el nivel de actividad y el estado fisiológico (p. ej., crecimiento, gestación y lactación). El agua limpia y fresca ha de ser fácilmente accesible en todo momento. El agua puede contener altas concentraciones de minerales y debe evaluarse como parte de un programa de alimentación completo.
Como son rumiantes, las ovejas deben alimentarse con una dieta que consista, principalmente, en forraje de buena calidad. El forraje puede ser heno (hierba o leguminosa), ensilado o pastos. El forraje es el mejor sustrato para los microorganismos que viven en el rumen y que proporcionan la mayoría de las proteínas que necesita la oveja para obtener energía. El forraje debe estar limpio, libre de moho y moderadamente maduro. La madurez influye en la cantidad de fibra neutrodetergente (FND) en el forraje. La FND del forraje puede ser un factor limitante de la ingesta. Los estudios muestran que la mayoría de las ovejas ingieren aproximadamente el 1,2 % de su peso corporal por día en FND. Por lo tanto, cuanto mayor sea la cantidad de FND en el forraje, menos consumirá la oveja.
En promedio, las ovejas consumen del 1,8 al 2,0 % de su peso corporal en materia seca al día. Para el mantenimiento, las ovejas deben consumir forraje con una concentración de proteína bruta del 7 al 9 % y un valor de nutrientes digestibles totales (NDT) del 50 %. Estos valores aumentan durante diferentes estados fisiológicos y bajo mayores presiones de producción. Las ovejas al final de la gestación, las ovejas en lactación y los corderos en crecimiento necesitan una concentración de proteína bruta de hasta el 16 % y unos NDT de hasta el 70 %.
Aunque los forrajes deben ser la base de cualquier plan nutricional de las ovejas, pueden ser necesarias fuentes de energía adicionales para satisfacer las demandas nutricionales durante los diferentes estados fisiológicos. En estos momentos, se deben administrar suplementos de fibra fermentable (p. ej., pulpa de remolacha o cáscaras de soja) o almidones (granos de cereales o concentrados granulados). La cantidad y la frecuencia dependen de la calidad del forraje global y del estado de producción de las ovejas. Por ejemplo, una oveja en las últimas semanas de gestación, con un forraje de calidad moderada, puede necesitar de 0,5 a 1 kg de cereales por día para satisfacer sus necesidades de energía. Una oveja doméstica, con forraje de calidad moderada, probablemente no necesitará granos de cereal. Nunca se deben administrar azúcares y almidones para reemplazar el forraje de mala calidad. La sobrealimentación, o la alimentación inadecuada de almidones, es común en pequeñas granjas recreativas o domésticas, y es causa frecuente de enfermedad.
Los minerales se clasifican en dos categorías: macrominerales y oligoelementos. Los macrominerales se obtienen principalmente de los forrajes y el agua, todos los cuales deben evaluarse cuando se está formulando un programa de alimentación. Esta evaluación puede ser complicada para los productores con grupos más pequeños, que compran pequeñas cantidades de forrajes, con frecuencia, de múltiples fuentes. Se deben valorar las concentraciones de calcio, fósforo, potasio y magnesio, y se han de ajustar los suplementos de macrominerales para tratar de conseguir una proporción de calcio y fósforo de 2:1 y una proporción de potasio y magnesio de 4:1.
Los oligoelementos, como cobre, selenio, zinc, molibdeno y cobalto, están muy influenciados por la ubicación geográfica. Los oligoelementos compiten entre sí por la absorción, por lo que las proporciones de unos y otros son a menudo tan importantes como las concentraciones absolutas. Los oligoelementos suelen administrarse como suplemento comercial. El objetivo, al seleccionar tales suplementos, es elegir el que mejor se adapte a las necesidades locales del rebaño. Los oligoelementos se pueden mezclar en un concentrado; sin embargo, en muchos grupos pequeños, se ofrecen como producto de libre elección. Los minerales sueltos y la sal son preferibles a los bloques. Las sales minerales de libre elección se mezclan con cloruro de sodio para regular su consumo. Si se colocan fuentes adicionales de sal cerca de los minerales, el consumo de la mezcla mineral puede disminuir. Las ovejas son sumamente sensibles a la toxicosis por cobre y cualquier mezcla de oligoelementos que se les administre no debe contener más de 30 ppm de cobre. La práctica de administrar bolos de cobre, un componente de algunos programas de control de parásitos, solo debe realizarse con extrema precaución.
El crecimiento de la lana, a diferencia de la gestación, lactación o crecimiento corporal, no es un estado fisiológico que exija nutrientes adicionales. Las necesidades de energía de mantenimiento se consideran suficientes para el crecimiento de la lana. Sin embargo, la calidad de la lana producida está influenciada por el plano nutricional de la oveja. Un plano nutricional elevado da lugar a una mayor producción de lana, aunque con fibras ligeramente más gruesas. Un plano nutricional bajo produce menos lana, con fibras tan finas que se rompen, lo que disminuye notablemente el valor del vellón. Un plano nutricional moderado, pero adecuado, debe producir fibras finas y fuertes en cantidad suficiente.
Enfermedades de las ovejas relacionadas con la nutrición
Las enfermedades relacionadas con la nutrición son algunas de las más comunes y prevenibles en un rebaño de ovejas:
La toxemia de la gestación (una afección de las ovejas al final de la gestación) es una combinación de hipoglucemia y cetosis provocada por un balance energético negativo. La toxemia se produce a menudo en ovejas portadoras de múltiples fetos, pero puede darse en cualquier animal gestante, delgado o gordo, que se alimente con raciones de mala calidad o alimento insuficiente, haya tenido acceso restringido a la comida o haya pasado por un periodo de estrés que limitó su consumo de alimento. Los primeros signos clínicos de la toxemia pueden incluir cojera, renuencia a ponerse de pie y disminución del apetito. En muchas ovejas, la afección no se nota hasta que están postradas y anoréxicas. Cuando los signos clínicos progresan hasta ese punto, las ovejas y los corderos rara vez sobreviven, incluso con los mejores cuidados veterinarios.
La hipocalcemia se produce en ovejas al final de la gestación o al principio de la lactación que han sido alimentadas con una dieta demasiado baja en calcio y, por lo tanto, no pueden satisfacer las demandas de calcio del crecimiento óseo fetal y de la producción de leche. Los signos clínicos, que incluyen letargo e incapacidad para mantenerse en pie, pueden asemejarse a los signos de la toxemia de la gestación. Sin embargo, la hipocalcemia puede tratarse fácilmente con la administración de calcio. Tanto las ovejas como los fetos a menudo sobreviven si esta afección se identifica y trata a tiempo.
La acidosis láctica se debe a grandes y bruscos incrementos en el azúcar y los almidones de la dieta, que causan que los microorganismos que digieren el almidón en el rumen sobrepasen el ambiente ruminal, suprimiendo la fermentación de la fibra y la actividad citolítica. El pH del rumen disminuye rápidamente y el ácido láctico se acumula, lo que daña aún más el revestimiento del tracto GI. Los signos clínicos van desde el aislamiento hasta la distensión abdominal, la diarrea y después la postración. La gravedad de esta enfermedad está directamente relacionada con la naturaleza y la cantidad del alimento concentrado ingerido. El pronóstico está directamente relacionado con la gravedad de la enfermedad y puede ser malo, incluso, con cuidados intensivos.
La infección por Clostridium perfringens de tipo C se debe a un sobrecrecimiento de C. perfringens de tipo C en corderos muy jóvenes, debido a la ingestión de grandes cantidades de leche como resultado de una alimentación inadecuada con biberón, una elevada producción de leche por parte de la oveja o un mayor acceso a la leche debido a la pérdida de un hermano. Estos corderos se vuelven letárgicos, son reacios a comer y, a menudo, mueren. La infección se puede prevenir vacunando a las ovejas antes del parto con vacunas frente a C. perfringens de tipos C y D, asegurándose de que los corderos consuman calostro adecuado de alta calidad y siguiendo unas buenas prácticas de alimentación con biberón. El tratamiento debe incluir inyecciones de antisuero frente a C. perfringens de tipos C y D.
La infección por Clostridium perfingens de tipo D (enterotoxemia) se debe a un sobrecrecimiento de C. perfringens de tipo D y puede provocar la muerte súbita en corderos mayores, de crecimiento rápido, alimentados con una dieta rica en azúcar/almidón o trasladados a pastos ricos. Los cabritos pueden encontrarse vivos, especialmente si se vacunaron antes, pero son difíciles de salvar. Las inyecciones de antisueros frente a C. perfringens de tipos C y D pueden administrarse como parte de un plan de tratamiento. La vacuna frente a C. perfringens de tipos C y D, administrada tanto a la oveja gestante como al cordero en crecimiento, puede ayudar a la prevención.
La urolitiasis, formación de cálculos urinarios, puede ser una enfermedad mortal en los rumiantes macho. Los cálculos que obstruyen el tracto urinario pueden causar distensión vesical dolorosa, rotura de la vejiga e intoxicación urémica en cuestión de días. Aunque se discuten a menudo el papel de la esterilización precoz y la predisposición genética a la formación de cálculos como causas de esta enfermedad, la dieta sigue siendo la herramienta de manejo más importante para minimizar el riesgo. Los carneros, los corderos y las madres deben alimentarse con una dieta baja en magnesio, que tenga una proporción de calcio y fósforo de aproximadamente 2:1, para disminuir el riesgo de formación de cálculos. La ingestión de grano debe reducirse al mínimo para mantener las concentraciones de fósforo lo más bajas posible y la orina del paciente diluida. La administración de cloruro de amonio para acidificar la orina puede ser un tratamiento apropiado para algunos tipos de cálculo; no obstante, no todos los tipos de cálculo se disuelven. La extirpación del proceso uretral puede ser un tratamiento eficaz para un solo cálculo; sin embargo, para las obstrucciones graves, a menudo se requieren procedimientos quirúrgicos como la uretrostomía perineal y la cistotomía.
La polioencefalomalacia es una enfermedad del SNC que puede manifestarse como ceguera, incoordinación, ataxia o vocalización atípica. Se desconoce la patogenia exacta; en algunos casos, sin embargo, la enfermedad se ha relacionado con un alto contenido de azufre en la dieta. Los metabolitos formados durante los trastornos GI también pueden desempeñar un papel. Esta afección puede darse después de incidentes subclínicos y clínicos de acidosis láctica. La administración de tiamina y flunixino meglumina, junto con tratamiento de apoyo, suele ser eficaz.
La enfermedad del músculo blanco es una enfermedad muscular degenerativa, causada por una deficiencia de selenio o vitamina E. Afecta tanto al músculo esquelético como al cardíaco, a menudo en corderos recién nacidos y de crecimiento rápido, que pueden estar débiles y ser incapaces de incorporarse o estar rígidos, especialmente en las extremidades posteriores. Puede producirse la muerte súbita por insuficiencia cardíaca aguda. Se prefiere la prevención mediante la suplementación adecuada de minerales y vitaminas al tratamiento con selenio y vitamina E, ya que este tratamiento puede no resolver completamente los signos clínicos.