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Trastornos de la cadera en caballos

PorAlbert Sole Guitart, DVM, Diplomate ACVS, University of Queensland, School of Veterinary Science
Revisado/Modificado Modificado ago 2024
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Los trastornos de la articulación coxofemoral son causas relativamente raras de cojera en caballos. La mayoría de los casos son de origen traumático, secundarios a caídas o a llevar una escayola (dentro del establo) en decúbito. Aunque, en ocasiones, se han descrito artropatías sépticas y trastornos del desarrollo de la articulación. Independientemente de la causa de la enfermedad primaria, la artrosis secundaria de la articulación coxofemoral es una secuela común, que con frecuencia dará lugar a una cojera permanente.

La cojera es el signo clínico predominante de cualquier enfermedad coxofemoral. Aunque la cojera puede ser sutil, más frecuentemente se observa una cojera de moderada a grave (sin soporte de peso). En casos graves, el caballo a menudo está en estación con la extremidad parcialmente flexionada. Con cualquier grado de cronicidad, la atrofia de los músculos de los cuartos traseros, como los glúteos y cuádriceps, suele ser de moderada a marcada.

En los casos de subluxación coxofemoral, la extremidad se mantendrá en una posición semiflexionada, con una evidente rotación hacia afuera de la babilla y la punta, y una rotación hacia adentro de la punta del corvejón. En las luxaciones coxofemorales completas, se observa la misma anomalía rotacional en la posición de la extremidad. Además, la pata aparecerá más corta, lo que se identifica mejor por el desplazamiento proximal de la punta del corvejón a la de la extremidad contralateral.

La mayoría de los caballos con patología coxofemoral muestran algo de dolor en la flexión o abducción proximal de la extremidad. La exploración rectal no suele ser satisfactoria, aunque en algunos casos de fractura aguda se palpa un hematoma o una alteración de la estructura ósea.

La anestesia local intraarticular de la articulación coxofemoral se usa con frecuencia para identificar la articulación como la causa de la cojera, particularmente en los casos de cojera crónica. Aunque esta técnica puede ser técnicamente difícil, la ecografía puede ayudar a guiar la colocación de la aguja. Debido a la dificultad de esta técnica, se suele inyectar anestesia intraarticular y corticoesteroides de forma simultánea para evitar repetir la artrocentesis en la articulación, cuando se han descartado las otras áreas de la extremidad como causantes de la cojera.

El diagnóstico definitivo de la patología coxofemoral suele requerir algún tipo de diagnóstico por imagen:

  • La gammagrafía ósea (gammagrafía nuclear) se usa frecuentemente para identificar la articulación coxofemoral como el lugar de la patología. Esta técnica es muy sensible para la identificación de la afección de la articulación, pero tiene una baja especificidad para la identificación de la patología dentro de la articulación.

  • La ecografía percutánea puede proporcionar información considerable sobre la articulación coxofemoral, aunque su uso en este lugar es técnicamente difícil.

  • La radiografía puede ser muy útil, especialmente en caballos y ponis más pequeños, aunque las proyecciones óptimas requieren anestesia general. Debido al riesgo de utilizar anestesia general en caballos con lesiones graves en las extremidades, este tipo de imagen raramente se realiza. Se dispone de varias técnicas para radiografiar la articulación coxofemoral en el caballo de pie, utilizando las proyecciones ventrodorsal u oblicua lateral. Según el tamaño del paciente, estas imágenes pueden ser diagnósticas.

  • La artroscopia de la articulación coxofemoral es posible, aunque es técnicamente difícil en la mayoría de los caballos y ponis adultos. La mayoría de los operadores pueden obtener una visualización aceptable de las articulaciones en potros.

  • Las tomografías computadas (CT) pueden generar imágenes diagnósticas de alta calidad de las articulaciones coxofemorales en potros y ponis pequeños.

Luxación de la articulación coxofemoral en caballos

La luxación (dislocación) de la articulación coxofemoral es relativamente rara en los caballos, debido al fuerte soporte ligamentoso proporcionado a la articulación por el ligamento de la cabeza del fémur (ligamento redondo) y el ligamento femoral accesorio, así como por el labio fibrocartilaginoso que rodea el acetábulo. Esta lesión suele ser secundaria a un traumatismo en caballos.

Las luxaciones son mucho más comunes en ponis pequeños, como los ponis Shetland, en los que la luxación de la articulación coxofemoral se ha descrito con frecuencia secundaria a la fijación hacia arriba de la rótula. La fractura del borde acetabular dorsal puede acompañar a la luxación.

Los signos clínicos más comunes en caballos con luxación de la articulación coxofemoral son la cojera sin apoyo de peso (apoyo solamente en la punta del casco), el corvejón en un punto más elevado que en la extremidad contralateral, la rotación externa de la extremidad y la pelvis asimétrica.

Los diagnósticos diferenciales de luxación de la articulación coxofemoral incluyen fractura de la epífisis capital del fémur, ruptura del ligamento redondo y fractura de la pelvis o el fémur.

La radiografía dorsolateral de pie y oblicua ventral de 20° a 30° de la extremidad afectada es útil para confirmar la luxación (ver radiografía de pie). Por lo general, la cabeza del fémur se disloca dorsocranealmente del acetábulo. La radiografía ventrodorsal (ver radiografía ventrodorsal) también se puede obtener bajo anestesia general o, en algunas instalaciones, con el paciente de pie.

Las luxaciones de la articulación coxofemoral se tratan mejor mediante reducción cerrada bajo anestesia general, aunque es probable que solo tenga éxito si la reducción se realiza poco después de la lesión. Puede ser difícil mantener la reducción en su lugar durante la recuperación de la anestesia general y, aunque se ha recomendado el uso de técnicas quirúrgicas o arnés de Ehmer, no se ha demostrado que una única técnica tenga éxito.

El pronóstico para el retorno a la función atlética después de la luxación coxofemoral es muy reservado. La reducción cerrada es posible en algunos ponis pequeños y puede permitirles estar cómodos en los pastos.

La ostectomía de la cabeza del fémur puede ser una opción de tratamiento adecuada, ya que tiene bajas tasas de complicaciones en casos de luxación crónica en caballos pequeños, burros o ponis (<230 kg). Generalmente, el resultado final es una cojera mecánica, con un nivel de comodidad aceptable, y la posibilidad de trotar y galopar.

Fractura pélvica en caballos

Las fracturas pélvicas en los caballos pueden ser el resultado de un traumatismo (en cuyo caso, las fracturas suelen ser completas) o, en los caballos de carrera pura sangre inglés, pueden ser fracturas incompletas por estrés en el ilion como resultado de estrés repetido por los ciclos de entrenamiento o de carrera. Si estas fracturas incompletas no se diagnostican, pueden progresar hasta convertirse en fracturas completas muy graves si el caballo vuelve, prematuramente, al trabajo de velocidad.

Las fracturas pélvicas por fatiga más comunes en caballos pura sangre inglés son las fracturas de ilion e isquion. Aunque la mayoría de las fracturas afectan el ala del ilion, también pueden darse en otras áreas de la pelvis, como la tuberosidad del isquion, la diáfisis alial y, potencialmente, el pubis. Es común que los caballos con fracturas en la tuberosidad del isquion y en la tuberosidad coxal vuelvan a la actividad atlética. Las fracturas que afectan a las articulaciones, especialmente a la coxofemoral, suelen tener peor pronóstico.

Las fracturas que afectan al acetábulo suelen ser el resultado de traumatismos y presentarse como una cojera grave que no soporta el peso inmediatamente después de la lesión. El dolor puede ser extremo y, en ocasiones, inicialmente difícil de controlar en caballos con fracturas pélvicas agudas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la cojera mejora notablemente durante los días posteriores a la lesión.

Las fracturas acetabulares suelen diagnosticarse en potros y añojos, probablemente porque el acetábulo es el punto más débil hasta que los tres huesos que lo conforman (ilion, isquion y pubis) están completamente fusionados (aproximadamente al año de edad).

La crepitación puede ser difícil de apreciar, incluso durante la flexión pasiva de la extremidad o el examen rectal. La evaluación por radiografía puede ser diagnóstica, pero las dificultades para obtener estas imágenes significan que el diagnóstico se logra, por lo general, mediante una combinación de gammagrafía nuclear y ecografía. El diagnóstico ecográfico de las fracturas pélvicas ha avanzado considerablemente y ahora se considera el método de primera línea para evaluar las fracturas pélvicas.

Las fracturas del acetábulo, en contraste con otros tipos de fracturas pélvicas, conllevan un mal pronóstico para el retorno a la función atlética, ya que suelen ser desplazadas e invariablemente conducen a artrosis (ver debajo). El único tratamiento suele ser reposo prolongado (6-9 meses), seguido de cuidados de apoyo para cualquier artrosis resultante.

Artrosis y otras enfermedades de la articulación coxofemoral en caballos

La artrosis de la articulación coxofemoral suele ser secundaria a un traumatismo mayor como la luxación o la fractura de la articulación. Ocasionalmente, la artrosis se diagnostica como causa de cojera crónica, generalmente por una respuesta positiva a la anestesia intraarticular, sin un incidente previo conocido de traumatismo en cadera.

Los caballos con artrosis grave suelen presentar un acortamiento de la fase caudal en el paso. Los casos de osteocondrosis o de quistes óseos subcondrales en la articulación coxofemoral son poco comunes pero han sido documentados. La osteocondrosis puede dar lugar a artrosis secundaria. Sin embargo, la extracción de los fragmentos osteocondrales por artroscopía, si se realiza temprano, puede mitigar la aparición de una enfermedad degenerativa de la articulación.

La artritis séptica de la articulación coxofemoral se observa ocasionalmente en potros como consecuencia de la diseminación hematógena. La artritis séptica puede dar lugar a la aparición de artrosis, debido a los efectos dañinos de la infección del cartílago y las membranas sinoviales.

Para la artrosis arraigada, el tratamiento suele ser de apoyo y consiste en AINE, corticoesteroides intraarticulares u otros cuidados de apoyo. En los casos de artritis séptica, el tratamiento debe consistir en un desbridamiento quirúrgico y un lavado, junto con un tratamiento antimicrobiano local y sistémico.

En los casos de artrosis, el pronóstico de salud es malo. Los potros pueden ser tratados con éxito contra la artritis séptica. Sin embargo, la probabilidad de tratamiento exitoso en caballos adultos es baja, a menos que la afección sea diagnosticada rápidamente y tratada agresivamente. El pronóstico es de reservado a malo en todos los casos de artritis en cadera; la cojera es progresiva, se produce atrofia y la calidad de vida se deteriora.

Conceptos clave

  • La cojera de la articulación coxofemoral puede ser difícil de diagnosticar y se asocia con un pronóstico de reservado a malo.

  • Si las fracturas pélvicas incompletas se detectan a tiempo, tienen un excelente pronóstico para el regreso a la función atlética, con el descanso apropiado.

  • Las fracturas completas de la pelvis suelen ser lesiones muy graves para los caballos.

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