La exposición a lejía no diluida puede dar lugar a irritación o ulceración GI, dérmica y ocular, así como a una importante irritación respiratoria. Todas las especies son sensibles. Debido a la anatomía y fisiología contracorriente del pulmón aviar, las aves enjauladas están sometidas a un riesgo superior de sucumbir a los vapores de las lejías y otros productos de limpieza.
Etiología:
La lejía es el producto que mayoritariamente se usa en la limpieza del hogar, así como sanitario en piscinas. Las lejías domésticas suelen contener soluciones de hipoclorito al 3-10 %, y el pH de estos productos puede variar desde 9 (levemente irritante) a >11 (corrosivo). Los tratamientos de piscinas pueden contener hipoclorito de litio, calcio o sodio a concentraciones por encima del 70-80 %, con un pH que puede variar de ácido a alcalino. Las mascotas pueden estar expuestas por masticar los contenedores de los productos no diluidos, beber de cubos que contengan el producto diluido en agua o por bañarse en piscinas recientemente tratadas.
Patogenia:
El peligro relativo de una lejía en particular depende de la concentración de hipoclorito, del pH y de la dilución del producto. En general, las concentraciones de hipoclorito <10 % tienden a ser irritantes leves; sin embargo, si el producto tiene un pH >11 o <3,5, puede producirse una lesión corrosiva alcalina o ácida. La dilución de la lejía con agua, siguiendo las instrucciones de la etiqueta, con frecuencia reducirá el potencial corrosivo de estos productos y los hará menos irritantes a nivel ocular o GI. La mezcla de hipoclorito y amoníaco produce gran cantidad de gases tóxicos de cloramina, que pueden ocasionar alteraciones respiratorias graves o la aparición tardía de edema pulmonar, dentro de las 12-24 h posteriores a la exposición.
Hallazgos clínicos y lesiones:
La ingestión de lejía diluida o con pH moderado, rara vez, causa algo más que vómitos leves, hipersalivación, depresión, anorexia y/o diarrea. La lejía concentrada (>10 %) o los productos con pH >11 pueden originar importantes lesiones corrosivas en el tracto GI. La ingestión o inhalación de cantidades significativas del cloro de la lejía, ocasionalmente, origina hipernatremia, hipercloremia y/o acidosis metabólica. La inhalación aguda puede dar lugar a la aparición inmediata de tos, arcadas, estornudos o náuseas. Además de los signos respiratorios inmediatos, los animales expuestos a vapores de cloro concentrado pueden desarrollar edema pulmonar entre 12-24 h después de la exposición. La exposición ocular puede dar lugar a epífora, blefaroespasmo, edema de párpado y/o ulceración corneal. La exposición dérmica puede provocar irritación dérmica leve y blanqueamiento del pelo. Es también posible la irritación oral, dérmica y ocular, así como la ulceración. Entre las lesiones respiratorias se incluyen traqueítis, bronquitis, alveolitis y edema pulmonar.
Tratamiento:
En las exposiciones orales, están contraindicados el vómito y el carbón activado; en cambio, se recomienda la dilución con leche o agua. Se debe controlar cualquier vómito espontáneo, y los animales deben ser monitoreados para detectar el posible desarrollo de irritación/ulceración gastrointestinal ( ver Productos corrosivos). En los casos donde el vómito prolongado provoque alteraciones electrolíticas o de hidratación, puede ser beneficiosa la terapia a base de fluidos. Frente a exposiciones respiratorias, se debe trasladar al animal a un área de aire fresco y controlar la disnea. Se debe estabilizar a los animales con disnea grave; se ha de tratar el edema pulmonar según sea necesario. En caso de exposiciones dérmicas importantes, se recomienda el baño con un champú suave y posterior aclarado. Las exposiciones oculares se deben tratar irrigando durante 10-20 min con una solución salina fisiológica, seguida de una tinción con fluoresceína para detectar lesión corneal.