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Tratamiento de problemas de comportamiento en los animales

PorKatherine Pankratz, DVM, DACVB, Animal Behavior Clinic
Revisado/Modificado Modificado sept 2024
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En los animales de producción, el tratamiento se centra en el manejo del grupo, las modificaciones del ambiente o del alojamiento, y, en algunos casos, la reubicación de animales individuales dentro de otros grupos.

En los animales de compañía, el tratamiento varía según el diagnóstico y el pronóstico. En general, las recomendaciones del plan de tratamiento conductual abarcan 3 categorías:

  1. Manejo: se centra en satisfacer las necesidades comportamentales del animal, prevenir y evitar problemas, y mejorar la seguridad.

  2. Modificación: desarrollo de estrategias eficaces para modificar la motivación y el comportamiento del animal, de modo que pueda ser reintroducido de forma gradual en la situación problemática y lograr el resultado deseado.

  3. Medicación: incluye fármacos y tratamientos complementarios que pueden reducir la intensidad del estado emocional que motiva el comportamiento no deseado, lo que permite que el animal responda y aprenda mejor. Los fármacos o los tratamientos complementarios (p. ej., suplementos dietéticos, nutracéuticos, productos herbales, terapias nutricionales, feromonas, envolturas terapéuticas) pueden estar indicados para algunas mascotas y ciertos problemas, pero no para otros.

Manejo de los problemas de comportamiento en animales

La clave para manejar los problemas de comportamiento en animales incluye satisfacer las necesidades comportamentales del animal, evitar los estímulos que provocan comportamientos no deseados y prevenir la repetición de dichos comportamientos.

Satisfacer las necesidades del animal puede mejorar tanto su comportamiento como su bienestar, especialmente si la imposibilidad de expresar comportamientos normales es una motivación que contribuye a la aparición del comportamiento no deseado. Las necesidades varían entre especies y la motivación para satisfacerlas varía entre individuos.

Inicialmente, la prevención es necesaria para evitar comprometer aún más el bienestar del animal y garantizar la seguridad del animal, del dueño y de cualquier objetivo del comportamiento problemático. La repetición del comportamiento agrava aún más el problema, ya que desencadena estados emocionales no deseados, refuerza el patrón de comportamiento y enseña al animal a repetirlo o intensificarlo en el futuro.

Cada exposición con un resultado desagradable puede condicionar más miedo y ansiedad. Por lo tanto, la mejora suele ser un proceso lento y gradual, y los dueños deben tener expectativas realistas sobre lo que se puede lograr.

Para evitar la repetición, se pueden mantener alejados del animal los estímulos que provocan el comportamiento problemático o mantener al animal alejado de dichos estímulos. En muchos casos se requieren modificaciones del entorno (p. ej., barreras visuales, auditivas, físicas o mantener una cierta distancia) para lograrlo.

Modificación de los problemas de comportamiento en animales

La modificación del comportamiento de la mascota se logra al aplicar los principios del aprendizaje y la modificación de conducta, principalmente a través de la obtención y el refuerzo de respuestas deseadas, junto con el uso de productos que mejoran la seguridad, reducen el miedo y la ansiedad, o ayudan a lograr una respuesta deseada de forma más eficaz (p. ej., bozales, cabestros, arneses antitirones, etc.).

Las técnicas de modificación del comportamiento más usadas incluyen la habituación, la extinción, el contracondicionamiento y desensibilización, la sustitución de respuesta y el modelado.

La técnica de inundación se menciona a menudo, pero se usa raramente porque la práctica suele ser inhumana y probablemente empeore el comportamiento de la mayoría de los animales.

Aunque el castigo se usa con frecuencia y con resultados variables, pocas personas lo aplican correctamente. Además, existen problemas de humanidad y seguridad en el uso del castigo positivo.

La mayoría de las técnicas humanitarias, pasivas o positivas que se emplean para modificar el comportamiento en mascotas se enfocan en cultivar una respuesta emocional condicionada positiva y en desarrollar las habilidades de afrontamiento del animal a través del refuerzo de comportamientos deseados en presencia del estímulo desencadenante. El objetivo a largo plazo no es solo evitar los comportamientos no deseados, sino también enseñarle al animal una forma más adecuada de sentir o responder cuando aparece el estímulo que provoca el problema. Estas técnicas no son difíciles de aprender y, junto con estrategias preventivas, a menudo tienen éxito. De hecho, los perros entrenados con recompensas tienen menos problemas de comportamiento, menos miedo y ansiedad, y menos evitación que los perros entrenados con castigos.

A continuación, se presenta un breve repaso de los principios básicos de las técnicas de modificación del comportamiento y sus estrategias de implementación.

Principios de modificación del comportamiento

Condicionamiento clásico

Los siguientes términos se utilizan en el condicionamiento clásico:

  • Estímulo incondicionado: estímulo que provoca una respuesta de manera natural (es decir, sin aprendizaje previo).

  • Estímulo neutro: estímulo que no provoca ninguna respuesta.

  • Estímulo condicionado: estímulo que inicialmente es neutro y que llega a provocar una respuesta al asociarlo con un estímulo incondicionado.

  • Respuesta condicionada: la respuesta provocada por el estímulo condicionado.

El emparejamiento de un estímulo incondicionado con un estímulo neutro da lugar a un estímulo condicionado y una respuesta condicionada.

El condicionamiento clásico puede darse tanto de forma positiva como negativa. Los ejemplos de respuesta emocional condicionada incluyen las siguientes:

  • Asociar un clicker (estímulo neutro) con premios (estímulo incondicionado).

  • Asociar el timbre de la puerta (estímulo neutro) con la presencia de visitas (estímulo incondicionado).

  • Asociar al cartero (estímulo neutro) con gritos o castigo físico (estímulo incondicionado).

  • Asociar a otro animal (estímulo neutro) con la restricción o el dolor causado por un collar de ahorque, de púas o de descarga eléctrica (estímulo incondicionado).

  • Asociar al veterinario (estímulo neutro) con sujeción o dolor (estímulo incondicionado).

Los problemas surgen cuando se establece una respuesta emocional condicionada de miedo hacia un estímulo previamente neutro (visual, olfativo, auditivo, animado o inanimado), debido a su repetida asociación con un estímulo que provoca miedo. Una vez que esto ocurre, el propio estímulo por sí solo será suficiente para provocar una respuesta de miedo.

Por ejemplo, cuando una mascota conoce a personas nuevas (estímulo neutro) y reacciona lanzándose o ladrando, el uso de un castigo positivo (estímulo incondicionado), como collares de ahorque, de púas, descargas eléctricas o inmovilización para inhibir la respuesta indeseada, puede condicionar una nueva respuesta emocional de miedo en la que las personas desconocidas pasan a representar un estímulo condicionado de miedo.

Una visita al veterinario, que comienza siendo una situación neutra, puede convertirse rápidamente en una situación que provoca miedo si se asocia con experiencias desagradables o si se ve amplificada por la ansiedad del dueño. Además, todos los estímulos asociados con el evento (imágenes, sonidos, olores) también pueden convertirse en estímulos condicionados de miedo.

Del mismo modo, la lluvia, el viento, los cielos oscuros y los rayos pueden convertirse rápidamente en estímulos condicionados que provocan miedo en las mascotas que temen a las tormentas.

Contracondicionamiento y desensibilización

El contracondicionamiento consiste en asociar de forma constante y repetida un estímulo que provoca una respuesta negativa con algo emocionalmente positivo (p. ej., una recompensa), hasta que se genere una asociación emocional positiva. Para que sea eficaz, el contracondicionamiento debe ir acompañado de desensibilización. En la desensibilización, el estímulo se minimiza o reduce (p. ej, al disminuir el volumen, aumentar la distancia, cambiar el entorno o modificar el estímulo para que sea menos amenazante) hasta un nivel que no provoque una respuesta de miedo. Una vez que se logra una asociación emocional positiva con ese nivel reducido del estímulo, se pueden empezar a asociar recompensas con estímulos de intensidad gradualmente creciente.

La desensibilización y el contracondicionamiento requieren mucho tiempo. Los ejercicios deben repetirse constantemente para que la respuesta del animal se transforme en una respuesta emocional positiva. Se deben considerar todos los estímulos (visuales, sonoros, olfativos, táctiles) que generan miedo. Los propietarios frecuentemente quieren soluciones rápidas y con poco esfuerzo. No obstante, intentar avanzar más de lo que el paciente tolera, provoca ansiedad y sabotea cualquier programa de modificación del comportamiento.

Extinción

El final de una conducta una vez que se ha eliminado todo el refuerzo se denomina extinción. Por ejemplo, si acaricias a un perro cuando salta demandando atención, el comportamiento continúa; si detienes el refuerzo (caricias), el perro eliminará finalmente esa respuesta, porque la recompensa ya no existe.

Sin embargo, cualquier forma de refuerzo intermitente (incluso alguna caricia ocasional al perro en respuesta a su salto) mejorará la continuidad de la respuesta. Las recompensas valiosas, una larga historia de refuerzo positivo y el refuerzo intermitente aumentan la resistencia a la extinción.

Además, los dueños deben estar preparados para que la intensidad del comportamiento aumente inicialmente antes de extinguirse. Esto se llama estallido de extinción. Ceder en ese momento hace que la extinción sea aún más difícil, ya que el animal aprende que un comportamiento más intenso consigue el resultado deseado.

Inundación

La inundación se usa para tratar miedos a estímulos inofensivos, lo que obliga al animal a permanecer en presencia del estímulo hasta que el miedo desaparezca. Este procedimiento rara vez es eficaz y tiene implicaciones negativas para el bienestar del perro, porque incrementa el miedo inicialmente y no puede interrumpirse hasta que todos los signos fisiológicos y emocionales de miedo hayan desaparecido. Si se aplica incorrectamente, la inundación puede empeorar el problema de comportamiento (esto se llama sensibilización).

En la práctica, a menudo se utiliza un nivel controlado de inundación, en el cual el estímulo se presenta a un nivel suficientemente bajo como para provocar solo un miedo leve y no se retira al animal hasta que se habitúe. Este proceso puede luego combinarse con refuerzo, es decir, se le da al animal algo gratificante (refuerzo positivo) o se elimina el estímulo (refuerzo negativo), cuando la respuesta de miedo disminuye o cesa.

Habituación

La habituación es la disminución gradual de la respuesta ante un estímulo. Por lo general, esto ocurre con la repetida exposición al estímulo, a través de la cual el animal aprende que el estímulo no tiene relevancia. Por ejemplo, los caballos en un pastizal junto a una carretera pueden al principio salir corriendo cuando pasan autos, pero con el tiempo aprenden a ignorarlos.

Los estímulos asociados con consecuencias potencialmente adversas son más difíciles de eliminar con la habituación que con otros estímulos. En especies de presa, las respuestas a sonidos asociados con depredadores son difíciles de habituar, ya que esas respuestas han sido seleccionadas evolutivamente y suelen ser adaptativas.

Si la respuesta de miedo es demasiado intensa, el animal puede incrementar su miedo al estímulo en lugar de habituarse. Esto se denomina sensibilización.

Si hay un intervalo amplio entre el momento en el que el animal experimentó por última vez un estímulo al cual se habituó y se produce la reexposición al estímulo, el animal puede volver a reaccionar. Esto se llama recuperación espontánea.

Condicionamiento operante

El condicionamiento operante es un método basado en la asociación entre un comportamiento y sus consecuencias. Los resultados aumentan o disminuyen la probabilidad de respuestas futuras. Hay cuatro tipos de relaciones comportamiento-consecuencia: castigo positivo y negativo, y refuerzo positivo y negativo. "Negativo" se refiere a la eliminación de un estímulo, y "positivo" a la aplicación de un estímulo. El refuerzo aumenta la probabilidad de que el comportamiento se repita, mientras que el castigo la disminuye.

El refuerzo positivo ocurre cuando, como consecuencia de un comportamiento, se aplica algo (por lo general algo agradable o atractivo), lo que hace que el comportamiento aumente en el futuro. En el entrenamiento con refuerzo positivo, la recompensa debe darse de forma inmediata y constante después del comportamiento, hasta que este se repita de manera confiable. Si se desea que el comportamiento se realice por orden o señal, se debe introducir una señal (p. ej., una palabra o gesto con la mano) antes de la secuencia comportamiento-recompensa.

Una vez aprendido, el comportamiento puede reforzarse de forma intermitente, de modo que el periodo de tiempo o el número de respuestas antes de que se dé la recompensa sea variado. Las recompensas se utilizan para el refuerzo positivo; sin embargo, una recompensa no es sinónimo de refuerzo positivo. Si no existe una relación clara (en cuanto a tiempo, regularidad y proximidad) entre el comportamiento y la recompensa, esta no logrará reforzar positivamente el comportamiento.

El refuerzo negativo ocurre cuando, como consecuencia de un comportamiento, se elimina algo (generalmente algo desagradable) y, como resultado, el comportamiento aumenta en el futuro. El refuerzo negativo no debe confundirse con el castigo, porque el castigo disminuye los comportamientos y el refuerzo aumenta los comportamientos.

Un ejemplo de refuerzo negativo es el comportamiento de evitación o escape. Por ejemplo, si un animal anticipa un resultado desagradable (p. ej., encontrarse con otro perro, visita al veterinario), el resultado aversivo no se producirá si el animal se retira. De forma similar, si el propietario ejerce presión sobre el collar hasta conseguir el comportamiento deseado (p. ej., sentarse, retroceder), la liberación de la tensión es un refuerzo negativo. Una consecuencia potencial del refuerzo negativo es que si las amenazas o la agresividad de una mascota conducen a la eliminación de un estímulo (p. ej., el perro, el repartidor, el propietario), el comportamiento se ve reforzado por la retirada del estímulo.

El castigo positivo ocurre cuando, como consecuencia de un comportamiento, se aplica algo (generalmente algo desagradable), y el comportamiento disminuye en el futuro. Para que el castigo positivo tenga éxito, el estímulo aversivo (p. ej., un ruido fuerte que sobresalte, rociar aire comprimido) debe aplicarse inmediatamente después del inicio del comportamiento, de manera totalmente regular y con una intensidad adecuada, para que la probabilidad de que el comportamiento ocurra en el futuro se reduzca.

Si el comportamiento no disminuye después de las primeras aplicaciones, el castigo no está siendo aplicado en el momento correcto, o bien el comportamiento está demasiado motivado como para ser inhibido mediante el castigo.

El castigo positivo aplicado por una persona (p. ej., el propietario, el entrenador) está destinado a hacer que la mascota tenga miedo de repetir el comportamiento. De hecho, numerosos estudios han demostrado que los entrenamientos basados en castigos positivos y técnicas confrontativas tienen más probabilidades de generar miedo, evitación y mayor agresividad. Una consecuencia potencial es que el animal desarrolle miedo o conductas defensivas hacia la persona que castiga o incluso hacia una mano que se le acerque. Las relaciones con las personas siempre deben mantenerse emocionalmente agradables. Además, si se produce una consecuencia desagradable solo cuando el propietario está presente, el comportamiento puede continuar en su ausencia.

Otro problema del castigo positivo es que, si se empareja con la exposición a un estímulo (p. ej., autos, otros perros, extraños), puede generar un miedo condicionado hacia ese estímulo (ver condicionamiento clásico). Además, a algunos propietarios de perros se les ha asesorado mal con consejos de entrenamiento que abogan por la confrontación, con la intención de afirmar el liderazgo (dominio). A menudo, el castigo tiene más que ver con la ira del propietario que con cambiar el comportamiento de la mascota.

El castigo no puede usarse para lograr comportamientos deseables, solo para detener lo que es indeseable. Si el objetivo es lograr que el animal tema repetir un comportamiento no deseado (p. ej. sacar la basura, robar cosas de la mesada, morder las plantas) o mantenerlo alejado de ciertas zonas (habitación, sofá, cama), pueden considerarse castigos activados por el entorno o por el propio animal (p. ej., alarmas o aerosoles con detector de movimiento, alfombras con pinchos hacia arriba, sabores desagradables, cintas adhesivas de doble cara o aerosoles que se activan con ladridos), o castigos a distancia (p. ej., rociar agua sin que el animal vea a la persona, alarmas o aerosoles activados a distancia). Sin embargo, antes de centrarse en cómo detener lo que es indeseable, el propietario debe centrarse primero en proporcionar una alternativa deseable (p. ej., dónde dormir, dónde trepar, qué masticar).

El castigo negativo ocurre cuando, como consecuencia de un comportamiento indeseable, se elimina algo (generalmente algo agradable o atractivo) y ese comportamiento disminuye en el futuro. Por ejemplo, si el animal está recibiendo caricias o juego cuando comienza un comportamiento indeseable (como mordisquear durante el juego, montar, saltar), interrumpir de inmediato el juego o la atención puede castigar negativamente ese comportamiento. Sin embargo, si el animal no puede identificar claramente qué comportamiento provocó la pérdida de la atención o el juego, es posible que el comportamiento indeseable incluso se intensifique por frustración al no recibir su recompensa (ver extinción). El dueño también debe enfocarse en reforzar positivamente un comportamiento alternativo deseado que permita al animal satisfacer sus necesidades comportamentales (p. ej., juego o caricias cuando el animal está tranquilo).

Sobreaprendizaje

El sobreaprendizaje es la evocación repetida de una respuesta ya aprendida. Este es un fenómeno que se utiliza con frecuencia en el entrenamiento para eventos específicos, pero a menudo está infrautilizado en la prevención de las respuestas de miedo en perros. El sobreaprendizaje logra tres cosas: retrasa el olvido, aumenta la resistencia a la extinción e incrementa la probabilidad de que la respuesta se vuelva automática o la respuesta de primera elección cuando las circunstancias son similares.

Principio de Premack

El principio de Premack establece que, cuando un comportamiento más deseable (desde la perspectiva del animal) se supedita a la realización de un comportamiento menos deseable, el comportamiento menos deseable tiene más probabilidades de repetirse. Así, el comportamiento más deseable sirve como refuerzo. Por ejemplo, si un animal de compañía quiere salir o cruzar la calle para dar un paseo, el propietario puede entrenar a un animal sentado antes de cada uno de estos comportamientos. A un caballo o perro que quiera avanzar se le puede enseñar que caminar con las riendas flojas o la correa dará lugar a este comportamiento.

Reforzadores de primer orden

El reforzador de primer orden, más comúnmente conocido como recompensa (o reforzador primario), es un evento que resulta reforzador de forma natural. Una recompensa puede ser cualquier cosa que resulte deseable para la mascota, desde una actividad como caricias, paseos o juegos, hasta un objeto como un juguete, comida, algo para morder o una golosina.

Reforzadores de segundo orden

El reforzador de segundo orden, también llamado reforzador condicionado, es un evento que se vuelve reforzador por su asociación con un reforzador de primer orden. Al combinarlos repetida y continuamente con una recompensa primaria como un juguete o una golosina, el reforzador de segundo orden puede provocar la misma respuesta que la recompensa, siempre que se mantenga la asociación. Se pueden utilizar los reforzadores de segundo orden como señales a distancia para indicar que una recompensa está por venir. Ejemplos de reforzadores de segundo orden:

  • La presencia de una correa (reforzador de segundo orden) asociada con un paseo (reforzador de primer orden).

  • El crujido de una bolsa de golosinas (segundo orden) asociado con golosinas (primer orden).

  • El clic de un clicker, un silbato o decir "¡bien!" (reforzadores de segundo orden) asociados con golosinas (reforzador de primer orden).

El entrenamiento con clicker es una excelente manera de "marcar" de forma inmediata las respuestas deseables, moldear gradualmente nuevos comportamientos o comportamientos más deseables (p. ej., más duraderos o más relajados), o asociar una respuesta emocional positiva con un estímulo. Este tipo de entrenamiento requiere práctica frecuente y una sincronización precisa; sin embargo, una vez dominado, permite reforzar al animal cada vez que se observe el comportamiento deseado.

Sustitución de respuesta

La sustitución de respuesta implica la sustitución de una respuesta indeseable por otra deseable. Por ejemplo, las recompensas de alto valor pueden usarse para entrenar comportamientos objetivo deseables que funcionen como alternativas a un comportamiento no deseado. Sin embargo, si el comportamiento no deseado forma parte del repertorio natural del animal (p, ej., saludar, ladrar), entrenar comportamientos alternativos puede ser particularmente difícil. Algunos ejemplos específicos de sustitución de respuesta incluyen enseñar a un perro a sentarse o acostarse como alternativa a saltar, montar o morder jugando; o entrenar al perro para que se siente, camine con la correa floja o retroceda, en lugar de que tire de la correa o salga corriendo por la puerta.

El entrenamiento debe comenzar en un entorno seleccionado, donde el éxito se pueda lograr más fácilmente. Si el objetivo final del nuevo comportamiento es que el animal esté tranquilo y calmado, el dueño debe aprender a leer la postura corporal, las expresiones faciales y la respiración del animal para poder moldear gradualmente ese comportamiento deseado. Luego, el entrenamiento puede trasladarse a entornos con mayores distracciones y a lugares donde el comportamiento no deseado es más probable. Alternativamente, se puede tentar a la mascota para que adopte una conducta incompatible con la conducta indeseable (p. ej., enseñar al perro a buscar un juguete cuando llegan visitas en lugar de saltar).

Para reemplazar el comportamiento indeseable por otro deseable, la sustitución de la respuesta puede combinarse con la desensibilización comenzando el entrenamiento con estímulos de intensidad suficientemente baja mientras se entrenan los comportamientos objetivo (p. ej., la relajación) con recompensas de alto valor. Sin embargo, para las mascotas temerosas o ansiosas, el objetivo debe estar en la desensibilización y el contracondicionamiento para cambiar el estado emocional de la mascota más que la respuesta de comportamiento.

Modelado

El modelado funciona mediante aproximaciones graduales al comportamiento deseado, lo que permite recompensar inicialmente cualquier comportamiento que se parezca al deseado. Por ejemplo, cuando se enseña a un cachorro a sentarse, tras un ligero agazapamiento se le recompensa con una comida que mejorará la probabilidad de que esa conducta se repita en el futuro. Con el tiempo, la acción de agazaparse solo se recompensa cuando se asemeja más a la posición sentada real, hasta que finalmente se convierte en el verdadero acto de sentarse. El moldeamiento también puede usarse para reforzar aumentos progresivos en la duración o la frecuencia de un comportamiento deseado.

Medicación para problemas de comportamiento en animales

Los psicotrópicos y los tratamientos complementarios (p. ej., suplementos dietéticos, nutracéuticos, productos herbales, feromonas, terapias nutricionales) pueden utilizarse para restablecer un estado emocional más estable y mejorar la capacidad de aprendizaje en pacientes ansiosos, temerosos o excesivamente reactivos. Los fármacos también pueden ser eficaces en el tratamiento de comportamientos anormales o patológicos. Además, los fármacos pueden estar indicados para mejorar el bienestar comprometido.

Sin embargo, mientras que los fármacos pueden mejorar el estado emocional del animal y facilitar un nuevo aprendizaje, solo con la modificación simultánea del comportamiento se pueden establecer nuevas vías neuronales, aprender nuevos comportamientos y cambiar las respuestas de miedo a los estímulos por otras positivas.

Antes de recetar fármacos, los clínicos deben descartar problemas médicos subyacentes que puedan causar o contribuir a los signos de comportamiento, o que puedan influir en la elección y el uso del fármaco.

Para descartar problemas médicos subyacentes, los veterinarios deben realizar una exploración física y recopilar una base de datos mínima (hemograma completo, análisis bioquímico sérico, análisis de orina y medición de la concentración sérica de tiroxina. En gatos, también se recomienda realizar pruebas para los virus de la leucemia felina y la inmunodeficiencia felina). También pueden indicarse pruebas adicionales, como la medición de la presión arterial, radiografías torácicas y abdominales, ecografías y un perfil tiroideo, según el paciente, los diagnósticos diferenciales y la medicación que se esté considerando.

La toma de decisiones basada en la evidencia es una forma de ofrecer al propietario las mejores opciones de tratamiento. El tratamiento debe seleccionarse usando la evidencia, combinada con la experiencia del clínico con respecto al animal, el propietario y el problema.

Muy pocos fármacos se han probado adecuadamente en ensayos controlados, aleatorizados y rigurosos para su uso en la terapia conductual veterinaria. De hecho, la mayoría de los fármacos utilizados en la terapia veterinaria del comportamiento son fármacos humanos, y solo algunos han tenido una farmacocinética establecida para especies animales. El uso de fármacos para humanos en animales puede conducir a inexactitudes en cuanto a dosis, duración del efecto, contraindicaciones y efectos adversos. Además, estos fármacos presentan una amplia variabilidad en las dosis publicadas, según la aplicación, la variabilidad individual y el resultado deseado. Por lo tanto, antes de prescribir cualquiera de estos medicamentos, el veterinario debe estar al corriente de las publicaciones especializadas en comportamiento veterinario más actuales con respecto a las indicaciones, las dosis recomendadas, las pruebas de eficacia, los posibles efectos adversos y las contraindicaciones.

Dependiendo del fármaco y del paciente, puede ser necesario utilizar una formulación magistral para lograr una dosis y una formulación apropiadas para la administración; sin embargo, la reformulación puede alterar la farmacocinética, la seguridad, la eficacia y la estabilidad de un fármaco. Algunos estudios sobre el uso de preparaciones transdérmicas de medicamentos para el comportamiento, como fluoxetina, amitriptilina y buspirona, han encontrado poca o ninguna absorción por vía transdérmica.

Las consideraciones para elegir una medicación incluyen las siguientes:

  • Previsibilidad de la situación objetivo.

  • Tiempo hasta el inicio del efecto del fármaco.

  • Duración del efecto del fármaco.

  • Moléculas neuroactivas aumentadas.

Los fármacos se diferencian no solo por su clase terapéutica, sino también por su uso indicado como medicación "de base" diaria, medicación "situacional" o terapia complementaria.

Las medicaciones de base se utilizan de forma regular (una o varias veces al día). Algunos fármacos de esta categoría pueden tardar semanas en alcanzar su efecto terapéutico óptimo. Las medicaciones de base suelen funcionar mejor para estímulos crónicos o impredecibles que pueden desencadenar el problema de comportamiento. Algunos ejemplos de fármacos que entran en la categoría de base incluyen los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y los antidepresivos tricíclicos.

Especialmente en pacientes con varios problemas de comportamiento, una medicación de base puede establecer la base sobre la cual una medicación situacional o una terapia complementaria pueda tener un efecto sinérgico o complementario.

Las medicaciones situacionales tienen un inicio de acción rápido y una duración corta del efecto. Las medicaciones situacionales pueden utilizarse de forma regular (por lo general, junto con una medicación de base) o según se necesiten. Las medicaciones situacionales funcionan mejor para estímulos agudos y previsibles que pueden desencadenar el comportamiento no deseado. Algunos ejemplos de medicaciones situacionales son agonistas alfa-2, benzodiacepinas, trazodona y gabapentina.

Al igual que las medicaciones de base, las terapias complementarias se utilizan regularmente (una o varias veces al día).

Se ha utilizado una amplia variedad de terapias complementarias (por ejemplo, suplementos dietéticos, nutracéuticos, productos herbales, terapias nutricionales, feromonas, envolturas terapéuticas) para tratar el miedo y la ansiedad.

Según algunos estudios, los siguientes elementos han demostrado tener efectos terapéuticos potenciales para calmar y reducir el miedo y la ansiedad subyacentes:

  • Feromona apaciguadora canina.

  • Feromonas de las glándulas faciales felinas.

  • Feromona apaciguadora felina.

  • L-teanina.

  • Alfa-casozepina.

  • Dieta suplementada con alfa-casozepina y L-triptófano.

  • Producto combinado de Magnolia officinalis y Phellodendron amurense.

  • Suplemento de Souroubea spp.

  • Cepa probiótica Bifidobacterium longum BL999.

  • Tratamiento con campo electromagnético pulsado enfocado en la ansiedad (tPEMF).

  • melatonina

  • Aromaterapia con lavanda.

Según algunos estudios, los siguientes elementos han demostrado tener efectos terapéuticos potenciales en el deterioro cognitivo:

  • S-adenosilmetionina (SAM-e).

  • Extracto de Ginkgo biloba.

  • Dieta que contiene triglicéridos de cadena media.

Conceptos clave

  • Al evaluar al animal por un comportamiento no deseado, lo primero es reunir evidencia suficiente para descartar problemas médicos que puedan estar causando o contribuyendo a los signos comportamentales.

  • Comprender los factores de riesgo y las preocupaciones de seguridad asociados con el comportamiento no deseado es esencial, tanto antes como durante las intervenciones de tratamiento.

  • Sin importar la especie, en todos los planes de tratamiento dirigidos a comportamientos no deseados, el manejo es un componente insustituible. Además, en casos de animales de compañía, puede estar indicada la modificación del comportamiento y el uso de medicación.

  • Las recomendaciones de manejo deben satisfacer las necesidades comportamentales del animal, evitar exponerlo a situaciones en las que pueda repetir el comportamiento no deseado y prevenir aquellas situaciones que puedan desencadenar dichos comportamientos.

  • Las recomendaciones de modificación implican desarrollar estrategias eficaces para cambiar la motivación y el comportamiento del animal, de modo que logre resultados deseables en situaciones problemáticas.

  • Las recomendaciones de medicación pueden incluir fármacos y otros tratamientos complementarios destinados a modular la intensidad del estado emocional del animal, para que pueda responder adecuadamente durante el entrenamiento y aprender asociaciones positivas.

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