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Hipertensión sistémica y pulmonar en perros y gatos

PorMark D. Kittleson, DVM, PhD, DACVIM-Cardiology, Department of Medicine and Epidemiology, University of California, Davis
Revisado/Modificado Modificado ene 2023
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Consulte también Inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina en el capítulo "Farmacoterapéutica sistémica del aparato cardiovascular" y la tabla Fármacos cardiovasculares de uso frecuente y dosis sobre las dosis de los fármacos que se menciona a continuación.

La hipertensión sistémica es un incremento de la presión arterial sistémica. Hay dos tipos principales: esencial y secundaria. La hipertensión esencial, que es la hipertensión idiopática (primaria), aunque es común en humanos, es extremadamente rara en perros y gatos. La hipertensión secundaria es consecuencia de una enfermedad específica subyacente. En perros, la causa más frecuente de hipertensión es la enfermedad/insuficiencia renal; en gatos, las causas más comunes son la enfermedad/insuficiencia renal y el hipertiroidismo. El hiperadrenocorticismo, la diabetes mellitus y el feocromocitoma son otras causas de hipertensión sistémica en perros.

El diagnóstico de hipertensión sistémica se hace por la determinación de la presión arterial sistémica. El método de valoración más preciso es directamente a través de una punción arterial, lo que es impracticable en la mayoría de los casos. El segundo método más preciso (aunque todavía inexacto) es la determinación indirecta mediante una sonda Doppler para valorar el flujo sanguíneo en una arteria. Por lo general, la rama arterial palmar superficial de la arteria radial en perros y gatos, distal a la colocación del manguito de presión. Suele estar en la extremidad anterior, aunque se pueden utilizar la extremidad caudal y la cola.

El ancho del manguito debe ser el 30 % de la circunferencia del miembro anterior en gatos, y el 40 % de la circunferencia del miembro anterior en perros. Rasurar el pelo justo proximal a la almohadilla metacarpiana palmar, para la aplicación de la sonda Doppler, permite obtener resultados más precisos. Los miembros posteriores también pueden utilizarse; en ese caso, se evalúa la rama plantar superficial de la arteria tibial caudal. La desventaja de medir la presión mediante un Doppler es que solo es realmente fiable la presión sistólica.

Aunque la medición indirecta de la presión es menos exacta que la valoración directa, puede detectar tendencias agudas de la presión arterial durante la anestesia. En animales conscientes, los valores normales varían; para un animal sano, los valores más altos de lo esperado, a menudo, están causados por el estrés de la exploración. Con excepciones, las presiones sistólicas >180 mm Hg se consideran realmente elevadas en un animal que parece tranquilo, y valores >200 mm Hg deben considerarse una clara evidencia de hipertensión sistémica. Debido a la inexactitud de la medición no invasiva de la presión arterial y a la influencia que el estrés tiene sobre esta, las mediciones deben realizarse solo en perros y gatos que tengan una enfermedad que cause hipertensión o un problema clínico atribuible a la hipertensión sistémica (p. ej., desprendimiento de retina).

La medición de la presión arterial no es una herramienta de detección en la medicina veterinaria, como lo es en la medicina humana, excepto en poblaciones de pacientes con una enfermedad que cause hipertensión sistémica (p. ej., perros con insuficiencia renal deben someterse a pruebas de detección de hipertensión sistémica). Incluso en un animal con una enfermedad que cause hipertensión y que tenga una medición de la presión arterial aumentada, se recomienda documentar el daño en los órganos terminales (p. ej., presencia de retinopatía hipertensiva) antes de instaurar el tratamiento.

Los perros y gatos con hipertensión sistémica grave no suelen tener signos clínicos. La ceguera aguda es el signo clínico más común. Las lesiones retinianas (p. ej., hemorragia retiniana, desprendimiento de retina, tortuosidad arterial, edema retiniano focal o difuso) son muy frecuentes en los gatos hipertensos. La analítica de sangre puede mostrar alteraciones que causan hipertensión (p. ej., concentraciones elevadas de tiroxina [T4] en gatos hipertiroideos, elevados niveles de nitrógeno ureico en sangre [BUN] y creatinina en animales con insuficiencia renal). El tratamiento debe iniciarse en animales con hipertensión consistentemente medible, que se haya descrito que tiene una causa subyacente como enfermedad/insuficiencia renal e indicios de daño orgánico. La hipertensión sistémica en gatos y perros podría deberse a la constricción de las arteriolas sistémicas, ya que solo los dilatadores arteriolares sistémicos potentes parecen tener un efecto terapéutico positivo. El tratamiento de la hipertensión sistémica en gatos es la administración de amlodipino, telmisartán o una combinación de amlodipino y telmisartán. Otros fármacos, como un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (ECA), diltiazem, betabloqueantes (p. ej., atenolol) y diuréticos (p. ej., furosemida), suelen ser ineficaces. En los perros, el amlodipino y la hidralazina son los únicos fármacos de eficacia consistente. El amlodipino y la hidralazina pueden administrarse juntos, con mucha precaución, en un perro que sea refractario a ambos fármacos por separado. Algunos clínicos han tenido éxito con la prazosina en perros. La fenoxibenzamina es cara, pero también puede ser eficaz en perros. Se utiliza con mayor frecuencia en perros con feocromocitoma; sin embargo, también puede ser eficaz en perros con hipertensión sistémica debida a otras causas.

La hipertensión pulmonar es el aumento de la presión arterial en la circulación arterial pulmonar. Las posibles causas incluyen el incremento del flujo de sangre pulmonar (p. ej., defectos del tabique ventricular, conducto arterioso persistente), el aumento de la resistencia vascular pulmonar debido a la disminución del área trasversal general del lecho vascular pulmonar (como consecuencia de la hipertrofia de la pared arterial pulmonar, la tromboembolia pulmonar y la vasoconstricción pulmonar), o ambas. La hipertensión pulmonar primaria es poco frecuente en cualquier especie, excepto en los seres humanos. En perros, la hipertensión pulmonar se produce con mayor frecuencia de forma secundaria a una dirofilariosis, una tromboembolia pulmonar, una hipoxemia grave debida a enfermedad pulmonar primaria o una insuficiencia cardiaca izquierda.

Los signos clínicos de una hipertensión pulmonar grave son característicos de insuficiencia cardiaca derecha congestiva (ascitis, intolerancia al ejercicio) y episodios de colapso o síncope, normalmente tras el ejercicio o la excitación. Los hallazgos de la exploración física pueden incluir evidencia de ascitis en perros, así como distensión y pulso de la vena yugular. El diagnóstico definitivo requiere la determinación directa de la presión arterial pulmonar (que casi nunca se lleva a cabo), o la estimación de la presión pulmonar por ecocardiografía Doppler (mediante la medición de la velocidad del flujo regurgitante tricuspídeo o pulmonar). La ecocardiografía puede demostrar aplanamiento del septo interventricular en sístole, dilatación del ventrículo derecho o engrosamiento de la pared libre, y agrandamiento de la aurícula derecha

El tratamiento de la hipertensión pulmonar depende de la causa. En la dirofilariosis, la eliminación satisfactoria de los nematodos adultos de la vasculatura arterial pulmonar, a menudo, da lugar a una reducción de la presión en la arteria pulmonar y a la resolución de la insuficiencia cardiaca derecha. Los perros con un conducto arterioso persistente con derivación de derecha a izquierda pueden vivir varios años, a pesar de la hipertensión pulmonar grave, si se controla la policitemia adecuadamente. El sildenafilo (1-3 mg/kg, PO, cada 8-12 h), un inhibidor de la fosfodiesterasa tipo 5, es el fármaco más eficaz para reducir la presión arterial pulmonar y mejorar los signos clínicos en perros con hipertensión pulmonar. Está principalmente indicado en perros con signos clínicos debido a hipertensión pulmonar, más frecuentemente síncope e insuficiencia cardiaca derecha. En estas poblaciones de pacientes, la administración de sildenafilo, a menudo, disminuye o detiene el síncope y permite un control más fácil de la ascitis. La tolerancia al ejercicio puede mejorar. Existe una experiencia limitada con el tadalafilo (1 mg/kg, PO, cada 12-24 h); sin embargo, en teoría, debería tener los mismos efectos. El pimobendán reduce la presión arterial pulmonar en perros con hipertensión pulmonar secundaria a insuficiencia cardiaca izquierda. La identificación y el tratamiento de la enfermedad subyacente ofrecen la mejor oportunidad para un resultado exitoso a largo plazo; sin embargo, esta identificación y tratamiento son poco comunes.